Colorina
El profesor de matemáticas de octavo grado me recomendó usar lentes.
Usaba un sweater de surfista y leía mensajes escritos en papelitos que me pasaban los compañeros de mano en mano, de pupitre en pupitre, de desolación en desolación.
Me llevaron al optometrista y escogí unos lentes de pasta negra como al garete, sin darme tanta cuenta. No me agradaba la idea de ponerme esos armatostes y escogí lo mejor que pude haciendo de tripas corazón.
Grandeza y magnitud de un cuerpo en los cristales de mi mundo.
Reflejo de todo y pupilas desbordadas por la luz refractaria. Puedo contemplar mi mundo, pensé esa tarde cuando llegué a casa y observé los detalles bordados de las cortinas por primera vez. Detalles bordados, fiesta colorida de la memoria. Me llamo colorina, pensé. Coloria Colorina es mi nombre completo, pensé mientras me tiraba en la cama.
Ahora veo los colores, veo los detalles, veo cosas en los colores. Veo algo, veo mucho, veo más allá. Veo más allá del color. Veo los márgenes del color y los cimientos del color y el centro puro del color y no puedo creer lo que veo.
Tengo cuatro ojos y soy un epígrafe del color, una cita que enlaza con el brillo de lo que me rodea. Soy enlace, lazo rojo de nuevo.
Lazo rojo que atrapa en el aire, que se vincula,
que se entrelaza,
Muchos lazos rojos puestos en mi cabello. Soy mi cabello puesto bajo la lupa de la imagen.
Muchos lazos,
Entrelazados, conectándome con todo.
Me sostengo entre lazos que flotan en mi mundo, alrededor de mi cuerpo mundo o en mis frentes alternas.
Lazos rojos infinitos que señalan lo de afuera pero mío.
Lo que se abre mío pero afuera de mí.
Y al final todo se concatena con lo interior. Soy un lazo íntimo, un poema precioso que brota de mi cabello o de mi frente. Colorina. Color puro.
Lazo rojo, color, cuerpo filosófico, imagen de mi imagen.
Conector de mí, en mí, fuera de mí, para mí en todo.
Flotando en la habitación, en mi espejo, señalándome.
Estoy aquí.
Roja, indicando demasiado, flotando en mi cabello.
¿Soy mi lazo rojo?
Es lo que soy.
Una cinta de seda que me enlaza al todo.
Me pongo en mí.
Estoy flotando en mi cabello y ahora siento que puedo ser una cosa,
transfigurada,
un adorno que me dice que estoy aquí,
que me dice que todos me ven.
Lazo colorido, coloreado, colorino.
Lazo rojo que brilla en la oscuridad o en la claridad de una mañana perfecta.
Lazo que enlaza con otros lazos que me señalan, lazos transparentes que dicen luz y color y todo lo que crece en mí.
Lazo cuerpo que indica mi cuerpo y mi presencia y mi personalidad porque mi lazo rojo muestra mi personalidad también, y muestra mi poesía interior y mis preferencias personales.
Porque me pongo un lazo que enlaza y no una flor que gira sobre sí misma.
Porque yo me enreveso y me abro y tengo dobleces y luego me anudo a todo.
Porque soy roja sangre y no rosada desvaída y no azul uniformada ni amarilla sol.
Soy roja,
algo vivo que flota en mi cabello y adorna mi mundo.
Roja cuando voy a la playa y mis mejillas adoptan el color de las langostas y me siento viva flotando en mi cabello.
Roja cuando me pongo blush en el espejo y sonrío y pienso que soy la mejor.
Roja como el blush, polvo rozagante que enciende mis mejillas y me entrega mi belleza cuando voy a salir a pasear.
Roja como el lazo rojo que me pongo todos los días para verme en el espejo y conectarme con mi imagen que es un poco mi cuerpo, al final de todo.
Porque mi cuerpo es mi imagen, es mi lazo rojo, es mi definición.
Porque el lazo llama la atención sobre mi cuerpo inmenso, grandioso.
Escultura eterna que se sobrepone a todo, que rompe todo y reina en el medio del mundo.
Pero mi imagen es la huella psíquica también.
Es el lazo rojo de nuevo.
Lo que está ausente del plano visual,
¿Lo psíquico?
Soy un lazo rojo que me lleva a lo psíquico,
a la imagen inmaculada que no se puede contemplar a través de los armatostes de pasta negra.
¿Puedo ser un lazo rojo que me muestra rojo, que me muestra seda, que me muestra revés sin mostrarme nada material?
¿Pero qué cosa no es material?
¿Es posible?
Porque hay millones de lazos que unen huellas psíquicas con cuerpos.
Y nada no es psíquico pero nada no es material.
Y todo se enlaza en mí.
Todo se enlaza en todo.
Todo se enlaza en mi cuerpo.
Lazo rojo que me indica que estoy aquí.
Maria Dayana Fraile
Hija del amor
Bailé en las discotecas de Caracas como una bacante.
La luna era la sonrisa del gato de Alicia.
La violencia de las calles
malograba el ritmo del Disc Jockey.
Pero el amor del candy power
era la columna vertebral de la noche.
El amor por el viaje de reconocimiento.
El amor por cada fibra del cuerpo
ofrendando su energía a los astros.
El amor por la solidaridad nocturna de los cuerpos.
Yo me iluminé en la pista de baile
y fui una diosa hasta la madrugada,
Yo vi el mundo de Tiresias mientras temblaba
y me saqué los ojos para ver mejor.
Mis ojos fueron perlas guardadas en el fondo de la noche.
Y la noche era un tablero cósmico de luces de estroboscopio.
En Caracas nunca fui hija de la violencia.
En Caracas fui hija del amor.
Maria Dayana Fraile
INFINITO O LAS MANIFESTACIONES DEL AMOR
Cuerpo material del demonio o
un programa que corre como un proceso de fondo sin estar bajo el control directo del usuario.
Cerebro satánico que piensa en la superioridad de los cuerpos y les otorga espacio, tiempo y profundidad. Historia.
Historia de las ideas sublimes establecida como una progresión en mi peinadora. Entre los libros y las colas para el cabello. Entre los vestidos recién lavados y doblados y la polvera. Entre mi mano sosteniendo el espejo de la transparencia.
Reflejo cuerpo. Cuerpo reflejo.
Monodrama. Drama en una sola frecuencia,
monotemático, aburrido nunca y especialmente único.
Tengo demasiados reflejos y no puedo manejar mi mundo.
Mi mundo me sobreviene como un episodio arrebatado a mi cuerpo.
Pero he descubierto que de esta forma soy mi mundo de mejor manera y mi cuerpo es mundo verdaderamente.
Soy líder y no la que dirige.
Porque todo me sigue sin que lo pida, sin que dicte órdenes. Soy la dueña de todo.
Soy orden que ordena intrínsecamente. Balance o la pesadilla de los subvivientes.
Soy sistema pero ahora super sistema, un sistema por encima de todo,
que cubre el mundo con la impotencia del que abraza.
El que abraza es impotente, se le van los brazos, se le va el impulso, se le va todo y el cuerpo se entrega cuando parece que toma.
Pocos entienden la historia de dos cuerpos que se abrazan.
La verdad ilimitada de un abrazo corre debajo de la etiqueta establecida del Amor. Y no nos damos cuenta. Nadie reflexiona sobre eso.
Un abrazo.
Un cuerpo que abraza es un beso disminuido. Otra escala del Amor o de la fascinación y hasta de la civilidad.
Un cuerpo que se entrega a todo, abraza (eso dicen los poetas anticuados pero creo que tienen razón).
Ese cuerpo extiende los brazos y siente que toca el infinito de los cuerpos materiales.
Eso es precisamente tocar. Tocar una sola cosa en mil cosas o mil cosas en una sola cosa.
Por eso hablo de una cosa única que todos tocamos infinitamente. El cuerpo del universo.
Nuestro cuerpo.
Cuerpo único, mi cuerpo. Es lo que pienso mientras me preparo para tomar una sopa de lata. Carne y papas. El cuerpo de la tierra me rapta y toco aluminio y pienso en el mundo subterráneo.
En las minas, en lo que está por debajo de la tierra, por debajo del rasguño o el arañazo.
Hazlo tú mismo.
O que lo hagan los expertos.
Motor universal de la economía de los cuerpos carne, de los cuerpos papa, de los cuerpos sopa,
de los cuerpos sopa de carne y papa.
¿De mi cuerpo?
Este cuerpo lata que contiene el mundo y se abre con dedos infinitos.
Porque hoy hablamos de infinito.
Infinito es la sucesión de los cuerpos.
Una sucesión de latas es una sucesión de cuerpos también. Cuerpos materiales que vienen de cuerpos materiales en una sucesión infinita. Llegamos a infinito de nuevo.
Por eso infinito es también un lazo.
Tiene la forma de un lazo y tiene curvaturas y un nudo al centro para que todo corra y no se termine nunca.
Infinito es también un lazo rojo. Su signo lazo o número ocho acostado.
Infinito es un beso.
Porque infinito parece un beso,
parece unos labios flotando en una cara abismal o extra,
anudados al centro de algo,
algo de lo que formamos parte pero que no podemos entender a ciencia cierta.
Infinito es un beso del cosmos.
Un abrazo es un beso disminuido, pensé esta tarde.
¿Pero cómo?
Es un infinito abierto, un ocho acostado y roto.
Un signo infinito que no logra cerrarse.
Los brazos no se cierran nunca.
Los abrazos entonces son medio infinito.
En cambio el beso es cerrado, son labios que tocan, que se encierran de cierta forma en otra cosa. Y el beso termina cuando los labios se liberan.
Un beso son dos infinitos que se tocan,
dos ochos acostados que se tocan por cuestión de segundos.
Por otro lado, un beso es cierre de algo siempre: del tiempo de no vernos o, bien, del tiempo en el que no nos hemos visto.
Es cierre de la cita también.
Es cierre de la gran ceremonia (Puede besar a la novia).
Cierre triunfante de nuestras declaraciones más íntimas.
¿Las manifestaciones del Amor son infinito?
Estoy sentada en la poltrona, retorcida como un signo infinito y pienso.
Pienso en las infinitas manifestaciones del amor más allá del infinito de los cuerpos,
de los besos, de los abrazos.
Serpiente que muerde su propia cola y abraza y besa.
Estoy satánica hoy, mi Humana.
Soy mi novia eterna.
Maria Dayana Fraile
Lazo rojo
Tengo tela carmín para ponerme un lazo en el cabello como cuando estaba en el colegio.
Lunes en la mañana, cantar el himno en el patio de granito italiano toda envuelta en mi sweater negro de patinetero y con la cabeza reluciendo fuera de la capucha.
Seria.
Con ondas berenjena, tinte Bigan.
Un collar de piezas de madera tallada.
Y una cinta lila amarrada en la cabeza. Una cinta delicada con bordados de flores en el mismo color.
Zapatos Timberlake. Mocasines negros y cómodos para no resbalar en el granito.
Lazo no lazo. Amago de lazo, nudo, atrás, por debajo del cabello o digamos de la peluca berenjena que se hace notar al final de la fila de los chicos de primer año de Humanidades.
Primera vez con camisa beige. Tiemblo de emoción.
Dos años y ya, la graduación.
Soy grande, pienso. Me pongo el cabello berenjena y me compran ropa de marca. Soy grande, ya no pienso. Lo vivo, como que lo empiezo a vivir. Es lo que siento. Creo que lo siento.
¿Esto es sentir?
Bueno. Lo que sea. Tengo una cinta preciosa amarrada en el cabello y canto el himno. No tenía lazo rojo como ahora, un lazo en la frente porque soy un regalo para alguien,
¿Para el mundo?
Me siento entregada a algo. Me gusta eso. Me gusta pensar que vine al mundo envuelta en un papel caro y que alguien me recibe y me conmensura y me cuelga del arbolito de navidad y se saca una alegre foto conmigo. Una foto alegre, superviviente, tierna.
Me gusta apoderarme de todo el mundo y un regalo se apodera de todo siempre.
¿Soy un regalo para el mundo?
Bueno. Soy creativa lo suficiente. Tengo algo, tengo no sé qué, pero lo tengo. Creo que me encanta mi mundo. Me encanta mi lazo rojo que indica que no pierdo los bordes, o bien, la tinta negra, que no me pierdo en el color del paisaje. Porque es un lazo que me dice en donde estoy. A veces no me veo y ahí está el lazo, el lazo rojo, como una señal, algo que brilla en mi cabeza.
Y me veo. Me veo en el espejo. Todo bien, pienso. Y me arreglo, porque me sigo arreglando.
Eso es el lazo rojo, pienso. Mi señal de todo lo importante. No tengo boca dice el lazo. Yo no tengo boca como el dibujo, soy un dibujo sin boca.
Mejor, así no hablo perogrulladas.
Así pienso más agudamente y escribo, porque es que no me sale nada cuando veo a los del colegio, a los del trabajo, a los de la cuadra. Me quedo sin decir nada importante en apariencia pero en el fondo siempre es lo más importante no decir algo importante todo el tiempo. Me gusta simple.
Y es que soy una profesional, eso lo decía el patrón.
Primero muerta que bañada en sangre. Muertita lívida y estiradísima en mi trono.
Me gusta el lazo rojo de dibujo super.
Pero lo más interesante es que me gusta no hablar tanto.
Prefiero hablar poco, hablar superficialmente.
Que no sepan nunca nada de mí sino de mi lazo rojo, que solo vean el lazo rojo allí y piensen que es mejor que la boca.
Ese lunes, cinta lila bordada y malta de receta alemana y mocasines negros resbalando en el granito nunca.
Clases de Castellano y Literatura porque leí Freud y decidí que quería ser psicóloga. Me enrolé en Humanidades porque soy humana, pienso, y me gustaba Freud. Humanidades humanas. Me gustaba la idea de ser humanista. Mi primer día como humanista, cinta lila bordada. Es lo que recuerdo de ese año, cinta lila bordada en la foto del curso. Ese año sólo me las daba de cintas lilas. Era mi color favorito. Lila como las flores bordadas de la cinta. Humanista humana.
Hay algo bueno en ser humanista, en querer Humano, en pensar Humano.
El amor es lo humano.
Me siento más humana profesando amor. Es la etiqueta correcta.
El lazo rojo me indica en dónde estoy. Estoy sin boca, no puedo besar.
Beso con el lazo, ¿con todo mi cuerpo? Con los bigotes gatunos, seguro.
Con las mejillas que no pongo para la herida, solo beso con ellas.
Mis mejillas besan, no se ponen para la herida.
Por contraposición, se ponen para el beso. Saben ponerse.
¿Es eso ser satánica? ¿Ser mejillas perfectas para recibir los besos del mundo?
Recibir es ser satánico. Saber recibir, pienso ahora.
Y beso con todo, pienso. Con todas las líneas negras, con todos los contornos, con todo el interior negro negro, porque soy un dibujo negro, un dibujo negro satánico.
Satánico es el adorador de un cuerpo dibujo,
un cuerpo que alcanza la perfección de los trazos históricos, la belleza genética, la humanidad de las formas y los instintos. Forma completa.
Soy un gato satánico con lazo rojo. Es lo que soy.
Fui una cinta lila titilando en el patio del colegio italiano, rodeada de granito italiano, con cara quemada por el sol inclemente. Y es que empezaba a ver mi cara por debajo de la cinta. Se veía algo. Se veía una humanista.
Y ahora Hella hellish Kitty.
Lazo rojo en una esquina del cuerpo.
Un cuerpo que aparece y dibuja dibujo.
Un cuerpo que aparece a veces en el espejo.
El lazo rojo señala mi no boca, me hace resaltar eterna.
El pez muere por la boca. Pero yo soy un gato sin boca. Un gato eterno.
Un dibujo eterno de otro lugar, un lugar más apacible y quizás con más sentido de la belleza.
Mi lazo rojo resalta mis ojos que te ven y mis orejas que te escuchan.
Me gusta ver, me gusta escuchar. En el fondo soy una espía o una infiltrada en Humano.
Tengo categoría superior, pienso. Yo soy algo más grande cuando me veo en el espejo. Y pienso infinitas cosas sobre mí. A veces, me calculo diosa griega o germánica o nórdica, algo importante.
Pero siempre con cuerpo porque a menudo los dioses no tienen cuerpo, pero yo tengo.
Un cuerpo con formas ovaladas. Lleno. Lleno de todo.
Mi religión es la del cuerpo.
La de mi lazo rojo.
La de mi amor.
Maria Dayana Fraile
Medusa decapitada
La cabeza de Medusa cayó al suelo y,
en esta versión de la historia,
se desatan ventiscas y lluvias breves.
Medusa ve todo desde el suelo en el cual yace,
y maldice en grave agonía.
Mis manzanas,
me han robado mis manzanas envenenadas.
Una nota en la nevera implosiona el mediodía.
Medusa fue interpelada por las autoridades
debido a la corta extensión de su falda.
Medusa se fugó con un surfista de enrevesados dreadlocks.
Y Perseo es el chico que juega futbolito en
la cancha del colegio.
Medusa es una figura mortal.
Dibujada en tinta durante la autopsia.
Esta es la triste realidad.
La luna sonríe, hueca y rodeada de nubes.
Perseo no alcanza a meterla en el saco.
Las sirenas empiezan a cantar
y logran raptar al semidiós.
Perseo se pierde encapsulado en una burbuja
que es como una escafandra antigua.
Perseo se sumerge hasta las profundidades del océano
para nadar con las sirenas.
Las canciones de las sirenas son horripilantes
pero efectivas.
Atraen a los hombres como la miel atrae a las abejas.
Un juego de seducción,
inmanente a estas profundidades,
empieza a florecer como orquídeas desatadas y marinas.
Algas desenfrenadas.
Postal de acuarios de focas minusválidas,
en Woods Hole, aquella vez que nos quedamos como
perdidos por las piscinas
en las que se realizaría el show de las focas
con sus entrenadores.
Durante ese viaje estuve en una playa de Massachusetts.
La caseta del salvavidas estaba a la vista, en medio de todo.
Como una cosa roja y sólida mordisqueada por el sol.
Un sol breve y casi primaveral, aunque estábamos en verano.
Me dibujo una aureola de santa.
Una penetrante luz dorada envuelve mi cabeza,
como si yo fuera una figura divina.
Una breve estampa de la santidad.
Porque nos encontramos en el amanecer,
un idilio dorado, en la cintura del cuerpo de Medusa,
una liviana cadena sosteniendo sus caderas
y el paisaje soleado.
Y porque nos encontramos en su espalda,
poder crepuscular,
lejos de todo,
lejos de la penumbra gris de la neblina sucia.
Cruzamos su espalda como los mochileros
que duermen en hostales
y comen pepinillos en conserva.
Colón no era más que un fan de los viajes de Marco Polo.
Con toda la devoción que la cultura impresa representaba.
Colón roto,
con los bolsillos desgarrados, arruinado de luz solar,
angustiado de realidades, pensando en el gran viaje.
Me dibujo una aureola de santa.
Marco Polo no era más que una fantasía.
Medusa era la verdadera realidad.
La dueña de las más terribles catástrofes.
La razón por la que lucharíamos por mejores tierras.
Pétalos iluminados con el rocío e ingeniería
de vapor de fantasía,
El tren susurra chispas a lo largo de todos los rieles.
Hasta que inventaron el crédito
y todos se convirtieron en usureros.
Las sirenas descansan distribuidas en la arena
como en una postal del paraíso, entre los
islotes de los cayos, como una colección de esmeraldas
aderezadas en una gargantilla.
El alma es un concepto indeseable, casi cursi,
Me dijo el estudiante de filosofía.
Mis pinturas preferidas:
las que tenían personajes con grandes aureolas
pintadas en un dorado que recordaba al oro puro.
Soy el futuro. Todos escriben palabrotas en las nubes.
Carrusel de bistecs alados.
Me dibujo una aureola de santa.
Lorena Bobbitt,
nuestra compatriota más famosa de los 90’s
le cortó el pene a su esposo y no fue nunca a la cárcel.
Nacida en Ecuador y criada en Venezuela,
sale en un documental llevando la vida perfecta.
Yo no mataría a mi esposo ni en los poemas.
Lo mantendría errante de la sala a la cocina
y de la cocina al comedor,
escuchando The Beatles.
Preparando el desayuno.
Tiembla en Medusa el cielo.
Sus serpientes se electrizan con la medida del alba,
en un suspiro limpio.
Blancos tulipanes la adornan.
48 serpientes la consagran.
La cabeza de Medusa cae al suelo y,
en esta versión de la historia,
se desatan ventiscas y lluvias breves.
Superamos a Medusa.
Lorena no usurpa si no a Crono, el gran titán,
en esta rebatiña de figuras griegas.
Los griegos nunca hubieran permitido
que Lorena Bobbitt hubiese sido juzgada como inocente.
O quizás, me equivoco.
Maria Dayana Fraile
Origami
Si doblas una esquina del papel
podrías ser el héroe de esta historia
y terminar paseando en un velero de madera y lino.
Testimonio hendido para sí mismo, arrebolado
entre las olas de los grandes periplos
y los despropósitos de un metarrelato.
Navegamos por las costas de blancas burbujas de champaña.
Soy la poeta que clavó arpones de cielo
en el lomo de la ballena de pesadillas.
La de los nudillos derramados
en arrecifes devorados por el sol.
Mi flow era el de los peces de escamas plateadas
dibujadas sobre la espuma.
Los paisajes modernistas dieron paso
a los edificios de jengibre y a las cajas de fósforos pintarrajeadas de color rosa.
Disección de ballenas de ámbar
o la ilusión de navegar en sus vientres,
de vivir en sus cuerpos
como si fueran un solo cuerpo
ensartado en el progreso de las ciencias.
Rayo láser de fantasía.
Ropa interior sagrada para el verano.
Sable de luz.
Violenta pluralidad de los juegos del lenguaje: la diosa ballena fue representada por los marineros de brazos tatuados.
Tarros de grasa de las aletas acumulados en el kitchenette ultrasónico de mi corazón.
Yo no sabría ni qué decir.
Me adueño de todas las estrellas en el firmamento.
Irradiación de palabras sobre los insectos de peltre.
Lo siento.
Me fui caminando por las aceras
y no encontré nada que valiera la pena.
Sin embargo, este pueblo es arrechísimo.
Y cito palabras criollas como si esta ristra
fuera regionalista y vanguardista al mismo tiempo.
Encontré puertos y marinas
dibujados en los espacios en blanco
de esta carretera intercostal.
El maquillaje de las avenidas
cada mes se manifiesta menos recatado.
Rubor, mascara, gloss, polvos varios.
Este pequeño pueblo
se delinea los labios con un creyón rosa
y luego se tiende en la arena
a tomar el sol con su vaginita primordial,
esperando el tiempo de los que nunca vendrán.
De los que claudicaron.
De los que no supieron manejar el motor de la realidad.
Tengo yates y otras lanchas en la punta de la lengua.
Esto no es un manifiesto.
Maria Dayana Fraile
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