Al nunca bastantemente alabado ingenio del doctor Juan Pérez de Montalbán
   Si viendo (o huésped) este monumento		
en mil veneraciones, no le admiras,		
y entre mares copiosos, no suspiras,		
o te falta atención, o sentimiento.		
   Es alma de esta Urna aquel Portento
que aun vida supo dar a heladas Piras,		
a cuya dulce voz las nueve Liras		
cedieron (elevándose) su acento.		
   Siete lustros (apenas) si se advierte		
permitírnosle quiso avara mano,
cuando a lustrosa Esfera le divierte,		
   que como dio recelos de tal suerte		
de fiera en vida Montalbán, humano		
el desengaño le buscó en su Muerte.
Aurelia Antonio de Medrano
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