Soneto
   Profundo lecho, que de mármol duro		
me guardas el descanso postrimero,		
abre tus senos, que, según espero,		
en breve ocuparé tu sitio oscuro.		
   Si en parte alguna puedo estar seguro,
en ti no me hallará daño tan fiero,		
o no vere quizá el mal de que muero,		
faltándome la luz de este aire puro.		
   Y rota la cadena que detiene		
en esta y miserable y triste vida
el alma, a su pesar aberrojada,		
   descansará del mal que en ella tiene		
el agua del olvido, ya bebida,		
en los elíseos campos olvidada.		
El Marques del Aula
Soneto
   Tú, que das vista, sol hermoso, a cuanto		
ciega la fea noche; tú, que mojas		
las rubias trenzas en las aguas rojas		
del caudaloso y siempre ilustre Xanto;		
   tú, que en la vida quitas, con espanto
de Niobe arrogante, si te enojas,		
y a las cavernas del infierno arrojas		
al sacrílego Ticio, atado al llanto;		
   Al fiero Aquiles el vivir quitaste		
porque ofendió tus muros, y en la arena	
vertiendo el alma, diste al mundo ejemplo;		
   tú en este libro un templo levantaste:		
advierte que merece mayor pena		
quien profanare tu divino templo.
El Marques del Aula
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