A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán
No de Elicona en cítaras suaves
Clío, y Calope, con sonoro acento
alternen dulces, ni en el libre viento
canoras vuelen sus pintadas Aves.
Endechas giman, cuanto tristes, graves,
en ronco metro, y fúnebre lamento,
dando principio al justo sentimiento,
tu Filomena, que de penas sabe.
Murió Montano, y esta losa fría
(¡Qué dolor!) da al olvido su memoria,
ausente y a su espíritu divino,
mas no a la fama, que desde este día
cantará para aumento de más gloria
las obras de tu Ingenio peregrino.
Francisco Jiménez Sedeño
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