Fray Hortensio F. Paravicino y Arteaga

A una fuente oprimida de una mano

   En vano oprimes con la mano impura,
que el pirámide cándido devora,
envidia vil, la fuente que el sol dora,
y en rayos de cristal perennes dura.

   Si cuanto baja de mayor altura,
tanto sube después fuente sonora,
la que del cielo, donde fue su Aurora,
por fuerza ha de subir tan alta y pura.

   Qué importa, envidia, que a vencer te animes
sus linfas claras, de Cleopatra uniones,
que aumentas perlas, y en el agua imprimes.

   Que puesto que pretendan tus acciones
que piense, quien te mira, que la oprimes,
para hurtarle el cristal, la mano pones.

Fray Hortensio F. Paravicino y Arteaga




Viendo una pieza de un leño del navío anegado

   ¡Oh reliquia fatal de errante vaso,
vasto cadáver de uno y otro pino,
que en mucha mar preñado animó lino
y en poca tierra cerco abrevia escaso!

   No en ti castigos intentó el fracaso,
que acechó entre la arena tu destino,
si en monte aquestas cosas peregrino,
selva incapaz naciste a tanto paso.

   Tu patria te usurpó segur villana,
sed codiciosa te arrojó a las ondas,
siempre oprimido de la industria ajena.

   Ten, pues, por puerto a aquesta playa llana,
redime a nueva inquisición tus ondas,
descansa y goza tu primera arena.

Fray Hortensio F. Paravicino y Arteaga










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