Soneto
   Alegres horas de memorias tristes		
que, por un breve punto que durastes,		
a eterna soledad me condenastes		
en pago de un contento que me distes.		
   Decid: ¿por qué de mí, sin mí, os partistes
sabiendo vos, sin vos, cuál me dejastes?		
Y si por do venistes os tornastes,		
¿por qué no al mismo punto en que vinistes?		
   ¡Cuánto fue esta venida deseada		
y cuán arrebatada esta venida!
Que, en fin, la mejor hora fue menguada.		
   No me costastes menos que una vida		
la media en desear vuestra llegada		
y la media en llorar vuestra partida.
Inarda de Arteaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario