Jonathan Freedland

"Es desgarrador darse cuenta de cómo hemos perdido la fe en el periodismo."

Jonathan Freedland


"Es verdad que los aliados sí que sabían sobre la Solución Final, pero sabían muy poco sobre Auschwitz. El informe Vrba aportó bastante información nueva, por eso llegó a los escritorios de Churchill y demás. Era un repaso riguroso; hasta entonces los aliados solo tenían fragmentos, como los que recibió de Pilecki, pero no una información sistemática de lo que ocurría ahí. En cuanto a los otros supuestos, bueno, existe la historia de Georg Klein, de Hungría, que lo visita en Vancouver para agradecerle que gracias a él y a su informe sobre Auschwitz, pudo sobrevivir. Y lo intenta persuadir de que había hecho algo extraordinario y que su informe fue un “éxito”. Pero Vrba no le hace caso. Sentía que había fracasado. Klein le dice “200.000 personas vivieron gracias a ti”. Pero Vrba se centra en todos aquellos que no pudo salvar, 437.000 judíos húngaros de las provincias. Esto es algo muy común en aquellos que ayudaron a rescatar a judíos del Holocausto, Oskar Schindler, Nicholas Winton. En vez de enorgullecerse de aquellos a los que salvaron, piensan obsesivamente en aquellos que no pudieron salvar."

Jonathan Freedland



"Hay muchas explicaciones. Había antisemitismo. Algunos recibían el informe y decían que eran “exageraciones judías”. En el caso de Churchill, hay historiadores que dicen que quería aparentar como que hacía algo, pero no llegó a hacer nada. Pero también hay pruebas de que la reacción de Churchill fue genuina, que se emocionó al conocer el informe. Lo más probable es que por una cuestión de opinión pública, tanto en Washington como en Londres, los aliados no quisieran que pareciera una guerra para salvar a los judíos; querían demostrar que era una guerra por sus propios motivos. Y hay documentos que prueban que esto era realmente una preocupación. Los estadounidenses entraron muy tarde en la guerra, y hubo mucha oposición a su intervención. Se decía “Roosevelt quiere que entremos en una guerra judía”, lo llamaban Rosenfeld. El movimiento antiguerra en EEUU era muy antisemita. Hay un podcast sobre el tema de Rachel Maddow, la presentadora de MSNBC, que se llama Ultra. Te das cuenta de que el antisemitismo existía hasta en el Senado. Para Roosevelt era vital no dar la impresión de que la intervención estadounidense tenía ese objetivo. Es la única explicación que me doy. Porque en términos militares, la destrucción de las vías de tren a Auschwitz implicaba un desvío muy pequeño de los objetivos militares originales de los aliados. Incluso bombardearon en lugares muy cercanos al campo. Creo que lo que dijeron fue: “No podemos arriesgarnos a que esto se parezca a una guerra en defensa de los judíos.” El historiador Michael Fleming dice que la propaganda británica quitó mucha importancia al aspecto judío de la contienda. Recibían informes de la resistencia polaca, de Jan Karski, Witold Pilecki, que entró voluntariamente a Auschwitz y consiguió escapar. Había pruebas de lo que estaba ocurriendo, pero al dar información sobre ello se diluía para que no pareciera la principal preocupación de los aliados. 

Y algo que reafirmaba ese relato es que la información de la resistencia polaca contenía aspectos antisemitas y ultranacionalistas; los polacos también tenían sus propias razones para no hablar de los judíos. Al final, en lo que se resume todo esto es en un odio histórico hacia los judíos. “No es nuestro problema”, decían. O bien quienes recibían los informes eran un poco antisemitas o bien asumían que la opinión pública de sus países lo era. 

El argumento a favor de Churchill dice que él realmente quería hacer algo pero se vio frustrado por sus subordinados y la gente que controlaba la estrategia militar, que eran los EEUU. Pero claro, la pregunta es si Churchill no era suficientemente poderoso como para poder hacer algo. A mí me parece que lo era."

Jonathan Freedland



"Incredulidad, resistencias y tejemanejes de algunas cúpulas judías locales. Pero junto a todo ello, también hay un caldo abonado que facilita de algún modo la aplicación de la solución final. Espero que quede claro en mi libro que los personajes principales de la historia que cuento son eslovacos, y en este sentido fueron perseguidos por eslovacos. Quienes subieron a Vrba a un tren fueron eslovacos y no alemanes. El gobierno eslovaco deportó alegremente a todos esos judíos, recibiendo un pago a cambio de eso. Ahora es muy fácil decir que fue Alemania pero en realidad esto fue un problema común a toda Europa, la mayoría de los países colaboraron, con excepciones como Dinamarca o Bulgaria. Y Alemania se aprovechó. Un ejemplo muy claro de ese ambiente es que en 1938, durante la Conferencia de Evian, se habló de la cuestión de los refugiados judíos y todo los países presentes, incluidos Estados Unidos y Reino Unido, dijeron que eso era terrible, una desgracia, pero que “nosotros no vamos a acoger judíos". Y eso para Hitler fue en cierto modo una luz verde, porque vio que nadie quería a esos judíos en sus países. Esa conferencia fue en julio y cuando el liderazgo húngaro decide detener las deportaciones de judíos húngaros a los campos de exterminio a raíz del Informe de Vrba-Wetzler lograron salvar 200.000 vidas judías. O sea que los países occidentales hubieran podido prevenir toda la situación porque los alemanes eran incapaces de hacer todo eso solos, y sin la colaboración de las poblaciones locales en Lituania, Letonia, Bielorrusia, Hungría no hubiera sido posible.

Una vez conocido el informe, en los gobiernos occidentales apenas hubo reacción. "

Jonathan Freedland




"La mayoría de los que escaparon (de Auschwitz) fueron polacos o prisioneros de guerra soviéticos. Era más fácil para ellos que para los judíos. Estaban bajo un régimen de restricciones distinto, en un régimen de máxima seguridad, aunque no me parece la palabra correcta. Me cuesta encontrar una palabra para describir la crueldad o severidad de su aislamiento. Todas nuestras palabras para prisiones son eufemismos: prisión de máxima seguridad, la prisión mejor protegida. La otra cuestión crucial es que los otros fugados, polacos o soviéticos, tenían redes de apoyo en el exterior, formaban parte de la Resistencia. O, por ejemplo, los presos polacos compartían la lengua con los vecinos de alrededor, que los podían ayudar. 

Rudolf decía siempre que para un judío que escapara, los problemas empezaban en el exterior. En su autobiografía dice que salió “sin mapa, sin brújula y sin amigos”. Pero podríamos decir que Vrba no fue el primer judío en escapar sino uno de los primeros, porque hay disputa al respecto sobre qué significa escapar exactamente. Fue el primero en escapar sin ayuda, y sin ser capturado. Es decir, fue el primero en escapar hasta el final." 

Jonathan Freedland



"La pasividad de los aliados facilitó la 'solución final' de los nazis."

Jonathan Freedland


"Lo que sí es gratificante es que se de a conocer la historia, más allá de lo que ya sabían historiadores, académicos y expertos. Siempre me ha sorprendido que no sea tan conocida. Me otorgaba la misión de colocar a Rudi Vrba en ese “podio”, junto a Anne Frank, Oskar Schindler… Junto a las personas cuyas historias componen nuestra comprensión del Holocausto."

Jonathan Freedland



“Los aliados no querían que la Segunda Guerra Mundial pareciera una guerra para salvar a los judíos.”

Sam Bourne es el seudónimo con que el periodista inglés Jonathan Freedland



"[Rudi] entendía que la Verdad es lo más importante que tenemos y que, la diferencia entre la Verdad y las mentiras puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Hoy en día es muy complejo luchar por la Verdad, la juventud de hoy encuentra más ardua esta tarea. Vivimos en una era de desinformación y subinformación, y a veces resulta tentador rendirse y asumir que “las cosas son así”. La historia de Rudi nos recuerda por qué no debemos hacer eso, porque la Verdad realmente importa."

Jonathan Freedland


"Visité Auschwitz por primera vez a mis veinte años, en 1987, un año después de haber visto aquella película de la que hablábamos y, de alguna manera mi sentido de la responsabilidad con respecto a esta cuestión ha estado presente a lo largo de toda mi carrera. Es, además, correcto emplear ese término porque fue lo que me concedió una especie de obligación tocante a “El Maestro de la fuga”: quería ser fiel a los hechos y a la verdad. Así que, a pesar de haber escrito nueve novelas cuyas tramas eran inventadas, no quise tomarme ninguna libertad con ésta. Esto conllevó que el proceso de escribir fuese lentísimo, me paraba cada cinco o seis palabras para comprobar que lo que estaba contando era cierto."

Jonathan Freedland







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