Soneto
   La Reina de las Aves misteriosa		
en afectos de eterna desatada,		
lecho construye en palma levantada		
sin temer apariencias de achacosa.		
   Incendios lisonjea mariposa,
de inmortal su grandeza asegurada,		
pues la fragante pira imaginada		
es fecunda a su ser cuna olorosa.		
   No receles, o Fénix Alemana,		
fatal desmayo en pálido accidente,
róndale su sextina, alegre, ufana.		
   Que de Felipe Próspero el Oriente		
tu grandeza eterniza soberana,		
y es gozo universal, susto aparente.
Manuel de Mola y Córdoba
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