A San Juan de Dios
¿Qué buriles, qué pluma, que pinceles,
en láminas, en rasgos, en colores,
de dos virtudes ínclitos honores
decir podrán, aunque se muestren fieles?
Consigue una en las ansias más crueles
ser de María consuelo en sus dolores;
merece otra en los últimos ardores
fortuna que eterniza sus laureles.
De esta y aquella dicha las victorias,
semejante una y otra, las venero,
ambas gozando eterno los pensiles.
¿Qué mucho, pues, a vista de estas glorias,
no basten, no, según lo considero,
ni plumas, ni pinceles, ni buriles?
Silvia Monteser
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