Comunicación
Sorprende cuánto dependen los sentimientos de la presión sanguínea.
La electricidad en mi cuerpo me impide quedarme quieto.
Y, aun así, me obligo a no moverme.
Los dedos recorren nerviosos el teclado.
Después los versos irregulares se vuelven ensoñaciones.
Tus mensajes de texto siguen mis pasos.
No quiero seguir callado, pero no tengo nada que decirte.
El día ya está perdido y no hay píldora que lo traiga de vuelta.
Sólo queda un desagradable cansancio al final del día.
La noche y el sueño perturbador imposible de recordar.
Creo que soy feliz
al sentir tu tibia proximidad
y tus dedos tan cerca.
Oh estos días desarraigados como mis poemas
me llenan de alcohol.
Hoy, todo el día es una mañana,
una fría bruma cuyas gotas cuelgan del aire.
El espacio vacío del otoño.
Creo que soy feliz junto a ti,
nunca me he sentido tan seguro y tranquilo.
Dudo si todo va tan bien,
aunque, al pasar estos días,
los recordaré
como los mejores días.
— Cierra los ojos y relájate, ¿lo sientes?
— Es otoño y se viene la melancolía sobre nosotros.
— Soy yo con mi crisis temporal.
Yury Zavadsky
No hay comentarios:
Publicar un comentario