A. Alpanseque Blanco

La revolución

   Odio en el pecho y en la mano tea,
por cetro el vil puñal, y por corona
ese ateísmo atroz de que blasona
con voces de chacal su infiel ralea...

   Por banderín un trapo en que campea,
con sonrisa entre pérfida y burlona
la silueta de impúdica matrona
guiando al monstruo en la brutal pelea...

   ¿Quién habrá, quién, que a su impiedad se oponga,
y al ver la ruina de la Patria exponga
el pecho al golpe de infernal venablo?

   ¡No será el neutro, no, quien se decida,
bien hallado a poner toda su vida
al Señor una vela y otra al diablo!

A. Alpanseque Blanco















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