Àfrica Alonso

"Carmen mira a su madre, que camina con ademán compungido, pero hoy ni siquiera ella, ni siquiera la tía, pueden quitarle el buen humor. Nunca le han gustado las vacaciones, pero los días justo antes de volver a trabajar, sí. Es ese pequeño impase de dos, tres días, en que todo el mundo vuelve distinto, desconocido en el buen sentido. Y eso la incluye a ella. Vuelve de la casa de Gandía con su familia a pocos días de que se acaben las fiestas, y, en secreto, se siente un poco como si fuera su cumpleaños y el pueblo se vistiera de banderines y música para recibirla, compartiendo su alegría por estar de vuelta. Le ofrece al pueblo una versión de ella misma un poco mejorada, más bonita si cabe, más olorosa, como un ramo al que se le van añadiendo flores y lazos. La banda que recorre las calles, los niños con los petardos, los cohetes d’eixida para recibir a la Mare de Déu, las guirnaldas, las cenas al aire libre... La gente va limpia, dispuesta, nueva. Y ella intenta estarlo también.
Llegan a la plaza del Caudillo —para los pueblerinos, la plaça del Sol—, repleta hasta arriba de gente. El campanario amarillo, del mismo color amarillo que la luz del sol, las banderas rojas y negras de la Falange, la cruz grabada en la pared de la iglesia. Julito se aparta una avispa que le ronda la cabeza y anda a saludar a sus amigos, impostando una voz algo más grave. Las del grupo de tejedoras de Acción Católica han debido tejer la bandera, porque la farola está cubierta con hilo de lana de colores rojo y amarillo. Hay tanto movimiento que a su madre ya se le ha pasado el disgusto de hace un momento y saluda con dos besos de los que se dan al aire a las señoras. Todas se preguntan por las vacaciones. Carmen disfruta de los ojos ajenos y del cariño con el que se cubre a su familia. Se le acerca la madre de Catalina, con su hijo mayor que está estudiando nada más y nada menos que Ingeniería, y le estrecha las manos entre las suyas como quien sostiene una paloma blanca, y le dice que este verano su hija no hablaba de otra cosa que de volver a la escuela. «¿Pero usted qué les da?» va diciendo la madre de Catalina, y a Carmen se le cierran los ojos de sonreír tanto."

Àfrica Alonso
Una luz tímida



"Los recuerdos de las personas tienen una parte de ficción y subjetividad."

Àfrica Alonso
























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