A Lope de Vega Carpio
   Si cuando Roma templos, chapiteles,		
triunfantes de las nubes vio cargados		
de divinas memorias, y adornados		
de palmas, de trofeos, de laureles;		
   y si cuando el pincel daba de Apeles,
vida a las tablas, contra el tiempo y hados,		
y en estatuas de mármoles dorados		
admiraban Lisipo y Praxiteles;		
   si cuando Atenas vio sus aulas llenas		
de ingenios, fuera el vuestro ¡oh Peregrino!
no os hiciera la patria aqueste agravio.		
   Por natural a ingenio tan divino		
quisiera Roma invicta y docta Atenas,		
pues todo el mundo es patria al hombre sabio.
Agustín Tejada Páez
A Polixena
   De oro y crespo sutil rubia melena		
a la mano revuelve Pirro airado,		
y el brazo y el estoque en alto alzado,		
amenaza con muerte a Polixena.		
   Ella, más de valor que de ansia llena,
el bello rostro en lágrimas bañado,		
los Dioses llama, el templo ha resonado		
volviéndole los ecos a su pena.		
   «Engañaste, le dice, si pensares		
que al alma fiera de tu padre agrada
ofrenda tan mortal, tan limpio hecho.		
   Que si víctima soy en tus altares,		
tu padre matas con tu misma espada,		
porque siempre vivió dentro en mi pecho.»
Agustín Tejada Páez
Soneto
   Despoja el cierzo al erizado suelo		
del verde y hermosísimo atavío;		
detiene el curso el presuroso río,		
porque a sus sueltas aguas prende el hielo.		
   El cielo, vuelto en nubes, muestra el velo,
el viento sopla proceloso y frío,		
el mar, bramando con hinchado brío,		
corrientes montes de agua sube al cielo.		
   Asoma la florida primavera,		
y el campo, antes desnudo, adorna y viste,
sueltas las aguas, da templanza al viento.		
   Aclara el cielo, aplaca la mar fiera;		
que al fin tiene mudanza el tiempo triste,		
y espero la tendrá mi gran tormento.
Agustín Tejada Páez
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