A la muerte de Lope de Vega
Describo el mayor llanto y primer hombre
en este funeral, que el orbe extraña,
ceniza ya del fénix, que en España
renace el sol en su mayor renombre.
Merecele esta pira, cuyo nombre
sin competencia al orbe desengaña,
que a su deidad aun es pequeña hazaña
tanto laurel, que tanta envidia asombre.
Volvió su oriente a su postrer congoja,
y trasladado en trono más decente
piedad lo advierte, si atención lo aclama.
Toda gloria mortal su ardor despoja,
pues sabiendo morir fénix ardiente,
se inmortaliza de su misma llama.
Alonso de Navarra y Cárcamo
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