Soneto a la muerte del príncipe Baltasar
   Lapidario sagaz, duro diamante		
labra, resiste firme al golpe fiero,		
tíñelo en sangre y pierde aquel primero		
rigor a la labor menos constante.		
   Contra Carlos el mal no era bastante,
que queda al golpe cual diamante entero,		
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,		
sujeta con amor aun hijo amante.		
   El mal lo agrava y el amor lo aflige,		
aquél pide remedio, éste no tiene,
y quien conoce aquél a éste no alcanza.		
   No rige el mal, que amor de madre rige,		
y Carlos por amor a perder viene		
la vida en flor, y España la esperanza.
Ana Abarca de Bolea
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