Soneto
   No el orgullo triunfante al Laurel fuera,		
si no irritara el ímpetu del rayo;		
ni a su tronco Real eterno Mayo		
las ramas inmortales floreciera.		
   Penetra altivo la mayor esfera,
(negado siempre el ceño del desmayo)		
y aunque su pompa de su muerte ensayo,		
nunca consiente, que su pompa muera.		
   Laurel sagrado, así bella Mariana,		
a los riesgos del rayo floreciente,
Su Majestad expone Soberana.		
   Y a mayores impulsos de valiente,		
o Laura bien, o Águila Alemana,		
invencible corona su Real frente.
Diego Pellicer Abarca
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