Mi madre y tú, con amoroso anhelo		
vuestros dos nombres sin cesar repito,		
y de esos nombres al calor bendito		
surge en el alma el bienhechor consuelo.		
   En mis tétricas horas de hondo duelo
o cuando en brazos del dolor me agito,		
siempre oiré vuestros nombres en el grito		
que arranca al corazón el desconsuelo.		
   Viviré del dichoso con la palma		
si alcanzo a verte con mi madre unida
en mi modesto hogar, con santa calma.		
   ¡Mi madre y tú! ¡Mi aspiración cumplida!		
¡Los dos grandes resortes de mi alma!		
¡Los dos grandes amores de mi vida!
Francisco Aquino
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