A Pedro Bermúdez
   De vuestro claro ingenio, señor mío,		
con gran facilidad me persuado		
que resultó consejo tan dañado		
más por habilidad que por natío.		
   Que imaginar de vos tal desvarío
fuera muy más impropio y excusado		
que no pensar que fuese el sol dorado		
de su naturaleza oscuro y frío.		
   Mudadle las palabras y el subjecto,		
no le solicitéis con tal engaño,
que no tenéis, señor, digna disculpa		
   pues resulta de ingenio tan perfecto		
consejo y persuasión de tanto daño		
es convertir en vos toda la culpa.
Francisco Núñez de Velasco
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