A la muerte de Lope de Vega
Sabe, que este sepulcro, o pasajero,
no está para cenizas prevenido,
que fuera darte señas de haber sido,
y que se consumió el ardor primero.
Aquí pues tan activo, tan entero
al viento de la fama se ha encendido,
que vivirá su luz contra el olvido,
y las sombras del tiempo más severo.
Su llama, a quien las Musas y el Parnaso,
con numeroso llanto no la ofenden,
antes su ser dilata y sus ardores.
Las veras como el sol en el ocaso,
que cuanto más se ausenta, más enciende.
y en más aumento da sus resplandores.
Francisco Sierra y Cortázar
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