A la excelentísima historia del señor Juan de Castellanos
Soneto
   Dichoso en vida y muerte a quien destina		
tan bien el largo cielo, que levanta		
el alma a lo que el vulgo vil espanta,		
y el monte yerto de virtud camina.		
   Pues la tierra al Antártico vecina
apenas a tornado en sí, de cuanta		
gente cubre los cuerpos, cuando canta		
sus hechos vuestra trompa peregrina.		
   Con verdad, sin afeite, con dulzura		
no vista, ilustres versos y cristianos
engrandecéis la estrecha sepultura,		
   y eternizáis valor, consejo y manos		
de los que en hambre, sed y guerra dura,		
los hechos vuestros vieron soberanos.
Gaspar de Villaroel y Coruña
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