Céfiro, que en la hojas deleitoso
de laureles espiras vencedores,
y despertando las dormidas flores
suave olor les robas codicioso:
Deja (si a hurto aspiras más dichoso)
tus lascivos y próvidos errores,
y donde Lisi ostenta resplandores,
vuela agradablemente licencioso.
Lleva, si fueres a mi ruego humano,
estos suspiros y estas amorosas
quejas donde envié mi pensamiento.
Podrás robar a las purpúreas rosas
de sus labios olor más soberano,
y darle a mis deseos por sustento.
José García de Salcedo Coronel
No hay comentarios:
Publicar un comentario