Soneto
En guardapiés rosado ayer salías
tocándote al espejo de esa fuente,
flor de las flores, rosa; y en tu oriente
al alba rayos de ámbar esparcías;
hoy reparé cuan presto te ponías,
siendo de la floresta sol luciente,
y desmayado el nácar floreciente,
en rosaseca el rosicler teñías;
no sientas, flor, el acabarte rosa,
que en una aurora, eternidad de fama
deja esa pira de carmín hermosa.
Duración sin honor antes infama;
muerte es la vida que muriendo acosa;
vida es la muerte que viviendo aclama.
Juan de Ovando y Santaren
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