Juan Francisco Andrés

A don Vicencio Juan de Lastanosa

   Cuanto a tu ingenio toda España deba,
contarán tus Medallas conocidas,
si antes la oscuridad desconocidas
juzgó, hasta que tu pluma las resuelva.

   Nuevos aplausos a los doctos mueva
la edición de las luces escondidas,
a tus ansias debiendo esclarecidas
el lucimiento que su autor reprueba.

   A cuál debamos más no fácilmente
se podrá discernir: aquél oculta
su propio nombre artificiosamente;

   Tú, porque del retiro le resulta
mayor gloria, divulgas diligente
las sutilezas de su lima oculta.

Juan Francisco Andrés




A la santa paciencia

   Del fuego abrasador la llama ardiente,
no examina en Laurencio lo inflamado,
que el calor de las ascuas no ha quemado,
porque en su pecho, incendio mayor siente.

   La actividad de Orencio no consiente,
que le refríe del cristal lo helado,
porque el hielo, en pavesas transformado,
confiesa el vencimiento claramente.

   Laurencio se acredita de animoso
en las llamas, y Orencio en los cristales,
rayos brilla el amor afectuoso.

   Que venzan elementos desiguales,
no es mucho, cuando en parto prodigioso,
la Paciencia les dio fuerzas iguales.

Juan Francisco Andrés



A Raimundo de Peñafort

   Peña fuerte es Raimundo en su apellido,
y rey del mundo el nombre le publica;
aquél su fortaleza santa explica,
y éste cuanto hay mortal muestra rendido.

   El elemento más embravecido,
cuado el mato en las ondas su fe aplica,
el viento mansamente en él se implica,
hasta haberle en la playa conducido.

   Triunfó del mar airado y de los vientos,
y cuando sus preceptos obedecen,
muestra el mundo menor sus movimientos.

   En unos y otros los prodigios crecen,
pues penden de su voz dos elementos,
y lo hombres escuchan, y ensordecen.

Juan Francisco Andrés



Epigrama

   El Ebro en su corriente cristalina,
célebre Alcino, tus discretas sales,
pues, con tus agudezas, sus caudales,
no envidiarán la fuente Cabalina.

   Tu voz resuene dulce, peregrina,
en los climas remotos Boreales,
porque de tu elocuencia los raudales
al mayor Lauro, Febo los destina.

   El Clarín resonante de la fama
aplauda sus cadencias ingeniosas,
cuando el sonoro Pindo las aclama.

   Y exentas de las sombras envidiosas,
de Daphne las corone inmortal Rama,
para que brillen siempre victoriosas.

Juan Francisco Andrés



















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