A San Isidro
   Los campos de Madrid, Isidro santo,		
hoy a vuestra labor agradecidos,		
a vuestro altar ofrecen sus vestidos		
guarnecidos de rosas y amaranto.		
   ¡O rústico de sabios mil espanto,
confusión de desvelos tan perdidos,		
que alcanzaste secretos escondidos,		
que encubre Dios a los soberbios tanto!		
   Si me dijera el mundo, que en la tierra		
vivió Isidro en pobreza y desconsuelo,
dando al valle de lágrimas tributo.		
   Yo le responderé, dichosa guerra,		
que si lloró y sudó, cogió en el cielo,		
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.
Manuel Aguilar y Acuña
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