A la muerte de don Juan Pérez de Montalbán
   No ultrajes, caminante, lo secreto		
de esta pira, devoto el paso mueve,		
no pises su decoro menos leve;		
porque paga obediencias de sujeto.		
   De este Varón que yazca lo perfeto,
aun insensible paga lo que debe,		
en sí la tierra de atención se embebe,		
y el mármol se aligera de respeto.		
   Aun el polvo por suyo se eterniza,		
y en fe de tanta merecida palma
los horrores mortales autoriza.		
   Y alienta sólo tan segura calma		
la verdad, con que espera su ceniza		
que a de volver a unirse con el alma.
Bernardino de Ahumada
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