A la muerte de Lope de Vega
Nadie te alabe, Lope, que tú solo
te sobras a ti mismo de alabanza,
cuya elegante voz sonora alcanza
a las instancias de uno y otro polo.
Sea tu nombre eterno Mauseolo,
no sujeto del tiempo a la mudanza;
goza la fama con igual bonanza
del Volga helado al cálido Pactolo.
No añaden luz al sol artificiales
antorchas, que encender puede oficiosa
la fiel solicitud de los mortales.
Cualquier posteridad te será ociosa,
que mal alumbran rayos materiales
a quien con propio resplandor reposa.
Martín Angulo y Pulgar
Al doctor Juan Pérez Montalbán
Acróstico
DOCTO Monte de Musas, cuyo seno
In auras miro ausentes, Peregrino!
Verás, si, terminando su camino,
Ahora paras en su valle ameno;
No admires, no, si en tierra lo terreno
PÉREZ es, que, en su cumbre, lo divino
DE una bien , y de otra fama dino
Mas que de flor, está de glorias lleno.
O tú! feliz le admira, en monumento
Nunca oprimido, aunque de pesadumbre
Tanta; y sus coros luego, que cantando
Alegres, tejían siempre, en suave acento,
Las Musas, que, variando ya costumbre,
VAN al MONte, TAL vez (y VAN) llorando.
Martín Angulo y Pulgar
No hay comentarios:
Publicar un comentario