La Historia tiene sus propias leyes, sus grandes ciclos, sus
periodos menores, sus giros violentos, sus motivos dominantes que tienden a
repetirse, claro está en planos distintos. La Historia pasa y vuelve a
transitar por los mismos puntos, vuelve a caminar por la misma calle, vuelve a
los mismos puntos críticos encontrando los mismos peligros, desmoronamientos,
dolores, reacciones y resurrecciones. De modo que, en el fondo, la Historia,
desde el punto de vista de sus motivos formales, si bien no es idéntica, puede
parecer la misma. Ahora bien, hay otra historia, la verdadera historia, que no
es precisamente aquella barnizada de idealismo ni la que es hecha para uso
exclusivo de los vencedores, para legalizar, como derecho y justicia, delante
de Dios y de los hombres, su violencia y extorsión primigenia, de las cuales
nace por medio del arreglo todo derecho. La realidad que se encuentra detrás de
las compilaciones artificiales de la Historia, es siempre la que se produce por
el choque de los egoísmos de los individuos o de clases sociales, pueblos y
naciones, que todos por igual desean vivir. Esta realidad sustancial que es esa
de la lucha por la vida, por el alcance de esta lucha, que ama solaparse y
cubrirse con el velo de la ideología, de los principios teóricos y que así
permanece hasta que esa misma realidad crea que es ventajoso encubrirse con
tales mantos ficticios. De esa forma, ellas van y vienen, se desmoronan y
resurgen transformadas, pasando siempre como verdades absolutas y
contradiciéndose continuamente, en un círculo vicioso absurdo; porque bien
diferente es la verdadera línea de la Historia. Una es la Historia hecha por el
hombre, otra la Historia hecha por Dios, la cual contiene, además de la lucha
por la vida, los grandes idealismos que deben ser alcanzados. Más, estos no
corresponden con las ideologías y los programas proclamados por el hombre con
la finalidad de esconder su lucha por la vida. Es así pues que la Historia es
para nosotros un campeón del absurdo, un discurso sin meta, si la apreciamos
superficialmente tal y como se escribe en los libros; mientras que será un
campeón de la lógica, una admirable coordinación de eventos con miras a una
meta precisa, si la apreciamos en profundidad, en su realidad sustancial.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 47
Es en el ciclo del desarrollo de las revoluciones en que se
concretizan las proposiciones anteriormente examinadas, o sea, el agotamiento
del viejo sistema; revolución para destruirlo y lanzar la idea de un sistema
más desarrollado; guerra de conquista para difundirlo, imperialismo de la
nación revolucionaria para dominar a los otros pueblos sometiéndolos a su
arbitrio por medio de la violencia, como el macho que fecunda a la hembra;
agotamiento de las guerras, fin del imperialismo, ya inútil como tal; una vez
que se hayan alcanzado los objetivos de la divulgación; acantonamiento de la
nación que inicio la revolución, adaptada a los distintos pueblos en forma
impersonal , en el cual se olvida el país de origen, el cual es ya inútil para
el progreso. Todo eso no es la regla de un caso o periodo, sin embargo, es el
desarrollo de la lógica que se encuentra en la inteligencia de la Historia.
Podemos entonces asumirlo como ley general, dada de una constante repetición
del mismo proceso racional. Cuando la Historia vuelve a transitar los mismos
caminos y están en juego las mismas fuerzas. La lógica de las cosas nos
autoriza, por ende, a aplicar al momento actual la misma ley.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 51
Si quisiésemos juzgar con ecuanimidad y equilibrio,
tendremos que decir: la onda histórica es el pedestal que puede destacar y es
la causa eficiente de un valor, sin el cual permanecería relegado a las
sombras. Pero tenemos que decir, aún más: para ser un gran hombre en la
Historia, no basta un pedestal que eleve a un vanidoso, sino es necesario, por
el contrario, un hombre de valor que sepa dignamente operar sobre tal pedestal.
En efecto, la Historia, del mismo modo que dejó a la sombra hombres de valor,
ha exaltado desde la nulidad, con el solo propósito de que aparezca en alto, a
la luz sus miserias.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 74
La vida produce en las masas tal riqueza de tipos, que tiene
siempre a la mano para escoger lo que necesita para cada función histórica. Es
posible pues que su sabiduría llegue al punto de producir los hombres que le
servirán en la hora apropiada.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 74
En vez de, por ahora, hacer un sermón inútil o de profetizar
la desgracia a los ciegos y llorar sobre el futuro del mundo, preferimos
analizar el fenómeno, para demostrar con la lógica nuestras conclusiones. Y
esto especialmente porque la racionalidad es una de las cualidades del espíritu
en el cual el mundo de hoy aún cree. Hoy en día se admira más a los grandes
matemáticos que a los santos, se admira más a los científicos que hacen grandes
descubrimientos que a los hombres buenos y puros que aman al prójimo. Las
potencias de la civilización destilan hoy los valores de la intelectualidad.
Hasta el arte, el corazón y el sentimiento se cerebralizan. No hay más fe en
los valores del espíritu, sino en aquellos del progreso técnico. Siempre se
cree más en la máquina. Pero el progreso espiritual se paga con carencias
espirituales, las hipertrofias en los equilibrios de la vida, implican una
atrofia correspondiente. El progreso técnico es, indudablemente, una gran
conquista. Pero cuando para alcanzar estas conquistas se atrofian los recursos
espirituales del hombre, significa que ese progreso nos cuesta la perdida de la
luz de las grandes directrices, lo que nos deja a la deriva, sin guía en el
camino de la vida. Cuando el análisis, madre de la técnica, se enfrenta a la
síntesis, el hombre, desorientado, no podrá avanzar a tientas, en cada caso. Y,
de hecho, el avanza a tientas, sin una clara perspectiva de su futuro. La vida
no se extravía por eso, pues ya vimos que la Historia es sabia por sí misma y
no necesita, en lo absoluto, la inteligencia del hombre para progresar. Es
entonces inútil, predicar, advertir. Esta es la corriente del mundo de hoy:
destructiva. Tal es la onda histórica presente. Pero esta no, sino su fase
actual. La Destrucción que hoy la Historia necesita es allanar el terreno para
las nuevas construcciones. Estas verán mañana, cuando el hombre, luego de
luchas y guerras, no será igual el mismo de hoy en día y caminará en otra
dirección, por lo tanto, en una onda histórica distinta. Cada cosa está en su
lugar y solo puede llegar cuando es su tiempo. Destruir hoy, es construir
mañana. Ya hemos visto que la destrucción del mundo actual es una función
confiada a los pueblos menos evolucionados porque solo ellos podrían llevarla a
cabo. Y la construcción será efectuada mañana por gente diferente, con
psicología y principios de los cuales el mundo hoy no se interesa. Cada cosa
está en su lugar, sin despreciar el progreso técnico. Es una conquista, no solo
porque nos libera de las necesidades materiales, sino lo es porque desarrolla
algunas cualidades del espíritu, como la inteligencia. Algunos ven en la
maquina el instrumento de una nueva esclavitud; pero el hombre debe siempre
luchar por la vida y esta es una forma de lucha menos pesada que las
primitivas, Vivir en un taller, atado a una máquina, o en una oficina atado a
un trabajo monótono, es menos duro que luchar con las fieras y contra los
agentes naturales, nuestros enemigos naturales. Entre tanto, puede parecer que
esto atrofie las cualidades de iniciativa y libre creación individual; pero
ello transforma al individuo aislado de todo, en una célula social que aprende
a vivir en un organismo colectivo. Además de esto, luchar con una máquina,
requiere mucha más calidad de raciocinio e inteligencia y mucho menos
prepotencia y ferocidad, que luchar contra un hombre para asaltarlo o contra un
animal para domesticarlo. La máquina es honesta, nos da lo que le diéremos y no
tiene voluntad egoísta, rebelde a la nuestra. La máquina no obedece al más
prepotente sino al más inteligente. La máquina hará desparecer al dominador por
medio de la fuerza, y conducirá al hombre a una nueva forma de selección, no
del más fuerte o del más astuto, sino del más inteligente. El progreso técnico
impondrá la necesidad de desarrollar esa cualidad superior, dado que la lucha
por la vida se podrá ya vencer por esta vía. En otros términos, se podrá
resolver el problema de vencer y vivir, no por las vías de la fuerza o de la
astucia sino por la vía de la inteligencia que dará al hombre el dominio sobre
las fuerzas de la naturaleza que, sujetas a su arbitrio, podrán garantizar la
vida. Pero estas serán realizaciones remotas, las cuales, en el momento actual,
el progreso técnico nos prepara para ellas y nos allana el camino. El mundo
tiene necesidad de cada vez menos ferocidad y siempre de más inteligencia, la
cual es una vía para arribar a la bondad. Y la maquina no está en contra esta
transformación. La propia guerra se está haciendo cada vez un problema producción
industrial y de técnica y cada vez menos un problema de odio personal contra un
enemigo que a menudo es desconocido, y contra el cual no se experimenta
sentimiento alguno. Esta eliminación del odio feroz y sanguinario es ya algo,
como progreso, teniéndose en consideración lo que el hombre es, al menos, queda
constreñido, en la guerra, no tanto a la ferocidad, hoy cada vez más inútil,
como a al trabajo cerebral de dirigir su máquina de guerra. No se puede
pretender hoy mayor progreso. Además de eso, el hombre que mata con la guerra
mecánica, gente desconocida, puede convencerse más fácilmente de la estupidez
de la guerra, en relación a quien mata a un enemigo cercano para defender a su
esposa y a sus hijos. Pero por encima de esto, cada vez más nos aproxima al fin
de las guerras el hecho de que la técnica nos lleva a tal poder destructivo,
que no será más posible hacer la guerra sin que todos queden aniquilados. Como
se ve en la onda histórica que hoy lleva a los hombres y a los acontecimientos,
si por un lado se está destruyendo, por el otro se está sembrando para el
futuro. Desarrolla de hecho la inteligencia para llegar a su forma superior que
es la bondad; con la maquina nos libera de la esclavitud material y eleva el
nivel de la vida; en fin, con la técnica belicista súper destructiva se prepara
a convertir las guerras en imposibles en un futuro. Así el mundo, sin saberlo,
guiado por el pensamiento y la voluntad de la historia, está gestando las bases
de las nuevas construcciones del porvenir. Si la fase actual de la onda
histórica es la destrucción, no debemos ser pesimistas por ello. Al contrario,
es justamente esa fase de destrucción el preludio de una posterior
construcción. Es también cuestión de compensación y equilibrio. Podremos aun en
la fase actual de destrucción ver una prueba del próximo advenimiento de una
nueva civilización y una fase preparatoria. Nos parece así, siguiendo la lógica
del pensamiento de la historia. Esta avanza para compensación de contrarios,
que se complementan y equilibran en su complementariedad, integrándose
mutuamente, de modo que de la oscilación resulta un único camino de ascenso. No
se trata hoy solo del hecho de lanzar algunas semillas nuevas, como hace poco
vimos, en el terreno de la maduración de los pueblos, sino que se trata de todo
un complejo movimiento de fuerzas que están listas a ayudar a estas
maduraciones, así como las estaciones, el terreno, las lluvias, el calor y
otros tantos agentes concurren todos al desarrollo de nuestras siembras
agrícolas. Y toda la onda que lleva a los hombres, pueblos y acontecimientos, y
que, después de un periodo de descenso y de derrumbamiento como los que hoy
vivimos, debe reaccionar para llegar a un periodo de ascenso y de
reconstrucción de valores. Sin esta comprensión la historia no sería en lo
absoluto constructiva. Y, si siempre lo ha sido, ¿cómo podría hoy dejar de
serlo, especialmente en una hora tan apocalíptica, tan preñada de semillas,
impulsos y motivos nuevos, al mismo tiempo que tan destructiva y
revolucionaria?
Pietro Ubaldi
Profecías, página 83
La historia humana no es sino un capitulo del desarrollo de
la vida que no es más que un momento dentro del proceso cósmico, que se
encuentra ahora, en una fase evolutiva. La vida debe y quiere evolucionar. Esa
es la ley de ser de nuestro universo actual: la evolución. Todo ocurre en
función de esta necesidad: el amor. La reproducción, la selección, la muerte,
la caducidad de todas las cosas, la naturaleza de nuestro contingente en
evolución, la inestabilidad de todas las posiciones humanas, nuestra continua
insatisfacción, etc. Es así que se explica un hecho que puede parecernos
extraño, el que la vida se nutra de la muerte y se alimente de destrucción.
Esto se debe a que la destrucción es el medio para la renovación y la condición
necesaria para la evolución, que constituye la tendencia suprema del ser.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 87
Existir quiere decir caminar. Quien se detiene es
sobrepujado por la corriente de la vida y en consecuencia se esteriliza. La
vida es una carrera, renovación, creación continua. No le teme a la
destrucción. Al contrario, necesita de ella. En su inmensa fecundidad, el
destruccionismo es necesario, para allanar el terreno y sembrar el nuevo, para
progresar.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 88
Así pues la historia le confía a varios pueblos, en el
momento más adecuado para ellos y para la vida de todos, una tarea en la
evolución de la humanidad; funciones aparentemente negativas, pero
sustancialmente positivas, de experimentación y reconstrucción de
civilizaciones cansadas, de reequilibrar según la justicia, de eliminación de
las clases dirigentes ineptas y parasitarias, funciones de reacción sanadora de
los abusos, de fecundas reconstituciones demográficas, rellenando vacíos en
cada campo y reforzando las debilidades. Parece que la Historia manifiesta en
la dirección de la vida de nuestros organismos físicos una continua acción
maternal, benéfica, protectora, compensadora y re-sanadora, siempre atenta a
hacer triunfar la vida. ¿La acción de la historia no es la misma acción de la
madre naturaleza, no es la misma Ley de Dios que todo lo vigila y, con su
inmanencia, ayuda a todo lo creado en el arduo camino de la ascensión hasta Él?
¿No es el mismo principio y el mismo poder de la vida, por el cual todo siempre
germina y florece?
Pietro Ubaldi
Profecías, página 90
La destrucción podrá asustar al individuo, pero la vida no
puede preocuparse por ello, porque en su conjunto, la destrucción no es
estéril. Ningún acto de la vida, jamás, es estéril, tampoco la destrucción. En
el fondo de esta está la reconstrucción, como en el fondo de la muerte está la
vida. Por esto, la destrucción es un acto de administración normal, es solo una
forma, un medio de renovación. La vida es eterna, es principio divino, por lo tanto,
no tiene nada que temer. Bastaría haber comprendido esta gran verdad, para ser
obligado a admitir la indestructibilidad de nuestro ser y la imposibilidad,
para la muerte, de matar a cualquier ser viviente.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 91
La tercera revolución ya comenzó. Las revoluciones pueden
llevar inclusive siglos de preparación.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 115
¿Qué haría el hombre sino constantes desastres contra sí
mismo, si la ley no supiese todo por él, y no lo guiase por la fuerza a cada
paso?
Pietro Ubaldi
Profecías, página 124
Las religiones tienen tres fases: la “primera”, la más
antigua, es la terrorista, la terrorista, hecha por un dios vengativo, que se
hace obedecer inexorablemente, penando con la ley del talión. “La Segunda” más
reciente, es la ético-jurídica, hecha de una codificación de normas de vida. Es
el desarrollo de la naturaleza humana inferior, que puede permitir una
manifestación de Dios, haciendo translucir cada vez más Su bondad. Solamente
hoy la madurez puede permitir que, sin el peligro de abusos, otrora temibles,
se pueda pasar a la “tercera” fase, la de la “comprensión”, en la cual las
religiones son libres y convencidas, cada vez más transformadas, de la forma,
donde luchan los intereses, a la sustancia, en el amor. Hoy se pasa de la
segunda a la tercera fase. Se penetra en la fase del amor. No hay más lucha
entre rivales, sino colaboración entre hermanos. Brevemente el mundo se
organizará sobre un principio que no será dado por un imperialismo religioso,
esto es, por medio de la victoria de una religión que, por absolutismo, se
imponga por sobre todas las otras. No es por este camino que se llegará a la
unidad, o sea, a una sola grey y un solo pastor. El único pastor será el
Cristo, y la única grey será formado por una humanidad en la cual las distintas
religiones no se combatan y no se condenen recíprocamente: por el contrario, se
comprendan y coordinen, haciendo de todos los hombres, hijos delante de un
único Dios, un Solo Dios, Padre de todos.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 124
Si la evolución es una realidad, significa pasar de un plano
inferior a uno más alto, ello quiere decir que ambos son conexos. Así el camino
para alcanzar la previsión del futuro está trazado lo que quiere decir que el
fenómeno es posible. Se necesita sólo un elemento: un hombre evolucionado, es
decir, tanto psíquicamente como espiritualmente refinado, que sepa pensar no
solo por medios racionales normales, sino también por la inspiración y la
intuición, y pueda así percibir en los planos más altos lo que está por encima
de lo relativo. Los profetas representan justamente ese tipo biológico de
antenas sensibilizadas por la evolución. Los verdaderos profetas son a la vez
genios y santos. En la profecía el hombre se aproxima a las esferas superiores
en las cuales no existe el tiempo y, por su perfección son naturalmente
deterministas. Donde no existe el tiempo, todo es presente y los
acontecimientos no aparecen escindidos en la sucesión que los devora
encadenados por las casualidades. Donde todo es determinista, el futuro no
puede ser un misterio. Es así que la profecía es posible, porque cuanto más se
sube hacia el ápice y la unificación, tanto más se actúa con perfección, esto
de manera determinista.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 171
No es absurda la teoría de la correspondencia psicocósmica,
bien sea para los individuos o para el pueblo. No se puede excluir
precipitadamente, la posibilidad de una astrología mundial que defina el
horóscopo, no el de símbolos, sino el de la humanidad, fijando los
acontecimientos históricos en relación a los movimientos y a posiciones
estelar- planetarias. Indudablemente, existen armonías en el universo, que se
rigen entre sí, al ritmo de las olas que vienen y van, tal como el pulso
armónico del pensamiento de la Ley. Todo lo existente forma parte de un gran
organismo donde reina el orden, y cada una de sus partes, ocupa un lugar
específico con una función dada, tal como ocurre con el cuerpo humano.
Pietro Ubaldi
Profecías, página 217
¿Quién diría que semejante madurez biológica no podría
originar un ser más evolucionado y que el actual sea el último producto de una
era en descenso? Tal afirmación es menos absurda hoy, en comparación con cien años
atrás cuando no existía el avión, la radio y la televisión. ¿Quién sabe si en las
leyes de la vida ya estaba escrito eso, y que en el misterio de su
inexhaustible resurgimiento esté ya germinando en secreto una nueva
sensibilidad psico-espiritual que pueda obligar a una mutación social de
nuestra forma de vida individual? La historia tiene sus giros ¿Y cómo excluir a
priori que esta no sea una de esas? Y si justamente el nacimiento de un nuevo
tipo biológico fuese necesario ¿Por qué no se podría realizar en la tierra el
esperado reino de Dios? ¿Cómo prohibir a la vida que eso ocurra?
Pietro Ubaldi
Profecías, página 218
Profecías, página 47
Profecías, página 51
Profecías, página 74
Profecías, página 74
Profecías, página 83
Profecías, página 87
Profecías, página 88
Profecías, página 90
Profecías, página 91
Profecías, página 115
Profecías, página 124
Profecías, página 124
Profecías, página 171
Profecías, página 217
Profecías, página 218
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