A un amigo
   De Calderón la décima famosa		
del sabio que su estrella maldecía		
ha copiado en tu mente y en la mía		
la fortuna inconstante y caprichosa.		
   Juzgué yo mi desdicha más penosa
y a ti alegre y feliz te suponía,		
cuando la muerte por demás impía		
te sumió en la orfandad más dolorosa.		
   Y aunque yo a mis pesares bien me aferro		
y encuentro irreparable su balumba,
hoy he de confesar mi torpe yerro,		
   al ver como tu dicha se derrumba,		
que si yo tengo el cuerpo en un encierro		
tú tienes presa el alma en una tumba.
Francisco de Asís García Peláez
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