Hogares humildes
   En la blancura de la humilde mesa		
hay un encanto místico y divino:		
una blanda dulzura de abadesa		
o una calma de ambiente campesino.		
   El sol dorado y amoroso besa
las copas donde nos espera el vino		
poniendo luces de color de fresa		
en el mantel purísimo del lino.		
   ¡Danos, oh pan, tu corazón cristiano;		
danos, oh vino, tu perfume místico;
danos, oh vino, tu blancor de toca!		
   Que nos encuentre el día no lejano		
de nuestra muerte con el eucarístico		
sabor de pan y vino en nuestra boca.
José García Vela
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