Gabriel Estrella

Epitafio de un cómico de la legua

   El sin descanso y sin bonanza alguna,
el ronco, el seco, el pálido, el enjuto,
que si oyó de Madrid un «oste puto»
fue en cambio claro sol del Carpio Pruna.

   Aquel que mojó el pan en la laguna
llevando a Calderón en un canuto,
Pelayo de mal pelo, Bruto en bruto,
César tramposo, Creso sin fortuna.

   El audaz que en la fama abrió ancha herida
de superbos poetas, grave entuerto
que el más mínimo de ellos nunca olvida.

   ¡Triste suerte! aquí yace. Y es lo cierto,
que sino fue gran cómico en su vida,
asombra la verdad con que hace el muerto.

Gabriel Estrella

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