A Rosa
   Te dieron sabiamente, Rosa mía,		
el nombre a que contestas orgullosa,		
pues eres, en verdad, como la rosa		
toda color, perfume y lozanía.		
   Tus labios fuente son de mi alegría,
y a la luz de tus ojos no hallo cosa		
que no se me aparezca fulgurosa		
con un vago esplendor de mediodía.		
   Siempre volando a ti va me suspiro,		
y el horizonte a mi anhelar se cierra
donde concluye de tu falda el vuelo,		
   que en ti cifrado el universo miro;		
más allá de tu planta no hallo tierra;		
más allá de tus ojos no hallo cielo.
José López Báez
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