A Nuestra Señora de los Dolores
   Y miras a Jesús, Virgen María!		
Y latiendo tu pecho de quebranto		
a mares viertes congojoso llanto		
y aun brama de furor la turna impía!		
   ¡Y goza contemplando su agonía,
y no se abate de mortal espanto!...		
¡Y al ver la pena en tu semblante santo		
su alma a la piedad se ostenta fría!		
   ¿Mas, quién, ¡María! brindará consuelo		
a la honda angustia que en tu ser impera,
si ella cubre a la vez de luto el cielo?		
   ¡Y es tan ardiente y tan profunda y fiera,		
que si al mundo asaltase tanto duelo,		
roto en pedazos con fragor muriera!
Marqués de Cabriñana
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