La novicia muerta
Ha muerto la novicia...; toda blanca está muerta.
Sonríe entre sus labios una triste azucena,
y a la luz amarilla, litúrgica e incierta
de los cirios, su carne de candor está llena.
Ya pasó bajo el arco sombrío e inquietante
que la vida separa de la eternal mansión...
La novicia era humilde, sensitiva y fragante
y un árbol muy frondoso era su corazón.
¿A qué jardín de ensueño volará tu mirada,
novia feliz que has muerto bella y enamorada?
¿A qué arroyo sonoro, cristalino y riente
irá tu alma enjoyada de místicos cantares?
¿A qué flor tu exquisita fragancia adolescente?
¿A qué verso la esencia de tus labios azahares?
Marqués de Quintanar
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