A mi escopeta
   Te miro con el alma contristada,		
como si fueras la ilusión hermosa		
que acarició mi juventud fogosa		
y hoy se deshace en la vejez helada.		
   Tú fuiste para mí dicha soñada,
que, al pasar fugitiva y presurosa,		
convierte un cielo de color de rosa		
en nimbo que oscurece la mirada.		
   Contigo ardió mi juventud florida,		
sin ti se apaga mi existencia inerte;
contigo hallé felicidad cumplida,		
   sin ti el desmayo de mi pecho fuerte;		
tú, matando, colmábasme mi vida;		
tú, sin matar, me empujas a la muerte.
Antonio Rubio
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