Soneto
   En la copa de un árbol, cierto día,		
sus amores un pájaro cantaba,		
y el eco de sus trinos resonaba		
del campo abierto en la extensión vacía.		
   Oyóle con transportes de alegría
un cazador que por allí cruzaba		
y apenas a su víctima apuntaba		
cuando a sus pies exánime caía.		
   Y mudo quedó el campo y silencioso,		
mudo cual sin señor queda un palacio,
y yo también enmudecí por suerte,		
   y emprendí mi camino trabajoso,		
considerando el reducido espacio,		
que separa la vida de la muerte.
Aureliano Ruiz
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