Abierto
Abierto al sol, el alma contenida,
coagulada la sombra mensajera
del húmedo clamor, roja la herida
en el umbral de pronta primavera.
Abierto al mar, eterna voz bruñida
de la extensa y total vasta pradera
y larga y honda del azul ceñida
su infinita mirada marinera.
Abierta al resplandor, su piel abierta
al celeste satén de lejanía
que en la espuma desvela sus silueta.
Abierta la ilusión, nostalgia cierta
de sales y de breas, agonía
de ser en vendaval blanca cometa.
Carlos Valverde López
El jugador
Sin Dios, porque lo olvida en su locura;
sin ley, porque atrevido, la vulnera;
sin hogar, porque, infame, lo perdiera;
sin hijos, porque pan no les procura.
Sin salud, porque tiene calentura:
sin fe, porque del cielo desespera...
Tal es del jugador la verdadera
imponente, fatídica figura.
Vedle: llega al tapete; su atonía
en sorda excitación se torna luego;
late su corazón con furia impía;
el vértigo le invade, olas de fuego
azotan su cerebro... y todavía
con cavernosa voz exclama: «¡Juego!»
Carlos Valverde López
El soplo del ferral
Si al sol y al mar sin duelo fui nacido
y al soplo del ferral abrí mi cielo
la tierra de tu pecho sea consuelo
al ansia de este pulso estremecido.
Cual la turba y el humus esparcido
por legión de milenios en mi suelo
del aura de tu piel brota este anhelo
en miradas de siglos encendido.
Y subo hasta las cimas estelares
que en aluvión modelan las corrientes
donde suicido amor a manos llenas.
Y salto desde el viento hasta los mares
en leve vuelo sobre las rompientes
donde cantan tu nombre las sirenas.
Carlos Valverde López
Pálpito estelar
Alza el manto de luz luna cautiva
que al pálpito estelar vela y apaga
y el albo resplandor ciegue la llaga
de la nocturna dama fugitiva.
Hienda los cielos clara comitiva
del radiante fulgor que al orto embriaga
y el duende nocturnal que se deshaga
al eco de su voz imperativa.
Que han de brotar mis ojos a la clara
marejada de albores tempraneros
y al niño de las luces marineras.
Que he de nacer de nuevo a la algazara
de mis sueños de ayer aventureros
y ondean en la aurora mis banderas.
Carlos Valverde López
¿Quién?
¿Quién podrá en el ocaso labrar su feraz huella
y en las andas del viento enaltecer su afán
si en la cóncava entraña de una cálida estrella
no extinguió la energía de su bronco alazán?
¿Quién al templar el aura sutil de la Doncella
no navegó en el soplo del sublime huracán
si iluminó su pecho la radiante centella
transformado por Venus en ardiente galán?
¿Quién por las rubias alas de un jadear silente
entre dos tibios senos no perdió su ideal
y en el blanco perfume de esa blanca corriente
no anegó sus sentidos de fulgor celestial,
entregado al espasmo febril y evanescente
que engendra el sortilegio de la pasión carnal?
Carlos Valverde López
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