"La gente se burlaba porque había quedado ciego e imposibilitado para todo. Conocí la envidia y el rechazo, deseaba tanto volver a ver la faz del mundo, el sol, las cañadas, la fisonomía de un Wayúu. Quería grabar mi nombre en una gran piedra de La Guajira."
Miguel Ángel Jusayú
"Lo que he conseguido ha sido como un milagro. Soy el primer Wayúu ciego que escribe en braile y el primer Wayúu ciego autor de libros que recibe reconocimientos universitarios."
Miguel Ángel Jusayú
"Según dicen, había una vez un hombre rico. Había estado bebiendo en una casa ajena, algo distante de la suya como hacia allá. Se dirigió a su casa en medio de la borrachera e iba a caballo. Pues bien, le anocheció al hombre por el camino y cabeceaba encima de su cabalgadura. Se bajó después y se echó a dormir en la orilla del camino.
En aquella oportunidad la luna estaba resplandeciente y el hombre rico se hallaba tendido en el suelo. Llevaba él manta, cotiza, collar y llevaba ceñida a la cintura su arma y también sostenía la rienda de su cabalgadura. Pues bien, luego después, le llegó de repente un epe'yui2, que lo encontró roncando. El epe'yui le miró a la cara, también lo palpó; no se movía, estaba profundamente dormido. Se acercó luego el epe'yui al caballo; se puso a examinar lo que había en la silla. Encontró entonces la bebida del hombre. La sacó, la destapó, y bebió, y la guardó de nuevo.
Pues bien, el epe'yui se volvió a ver al hombre. Le quitó la manta, le desamarró el cinturón, le quitó la cotiza, el collar, el sombrero y también le cogió el arma. Pues bien, de repente el borracho se despertó porque le estaban quitando la ropa. «¿Qué será ahora esto que me toca? ¿Y qué será ahora esto que me quita la manta?», pensaba para sus adentros. No se movía; abría un poco muy levemente su ojo.
El hombre veía el epe'yui parado cerca de él, «¿qué me hará?», pensaba. Pues bien, después, el epe'yui se puso el vestido del hombre, y se ciñó de una vez su arma. Después de eso sacó el aguardiente y bebió de él. Pues bien, acomodó el caballo para él y se montó encima. Y lo echó a andar encaminándolo en dirección a occidente.
Pues bien, como no era nada lento el caballo, al fin de hombre rico, apenas le amagaba el epe'yui galopaba velozmente hacia el occidente. «Tüt, tüt, tüt», sonaban los pasos del caballo."
Miguel Ángel Jusayú
Retrato de un borracho y un epe’yui
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