Justicia
¿Por qué guardar con ánimo abatido
resignación estúpida de oveja
y escarnio necio audaz que te moteja
lanzar el ¡ay! del Prometeo herido?
¿Por qué exhalar del pecho entristecido
cobarde ruego, afeminada queja,
cuando la vil iniquidad te deja
sin el premio a tu mérito debido?
Conserva dignidad en la desgracia,
porque sin ella fueras delincuente,
y si tu genio no logró obtenerlo,
no te degrades demandando gracia:
levanta altivo la radiosa frente;
tienes una gran culpa: ¡el merecerlo!
V. Suárez Capalleja
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