Lástima
Manejabas bien el recurso de la lástima.
Lástima
que no dominases también otros talentos,
por ejemplo,
el arte de escribir cartas en noviembre.
Por esas fechas,
cuando más invierno quedaba por delante,
iniciaba yo mi ayuno involuntario,
y después ya,
con la paciencia en los huesos,
recibía el consuelo de tu pomada charlatana.
Lástima,
yo también tengo ungüentos quita-penas
con los efectos secundarios peligrosos
para los cuadros agudos de cuento
y demás fingimientos.
Elisa Bernal
No piensan las piedras
No son mis voces
las que aplastan reptiles con los dientes.
Nada se acerca desde el otro lado.
Es fácil respirar entonces, casi tan dulce
como dejar abajo los náufragos de siempre.
El silencio mío coloca caminos en los mapas,
y es sencillo llegar a cualquier parte
como vivir debería ser sencillo.
El silencio mío viene de dentro
porque el mundo tiene que seguir hablando,
haciendo en el oído su hermosura.
Elisa Bernal
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