José Verón Gormaz

 Avatares

Un día cualquiera, con amoroso hálito
soplará el sol sobre los cuerpos rancios
de los vagabundos,
y en la vieja taberna,
donde la vida pasa como el viento,
alguien levantará su copa
y brindará por algo memorable.

Un otoño cualquiera,
cuando el frío desnude lentamente los árboles
y el abanico gris de la estación
deshaga el humo sucio de las chimeneas,
alguien se irá muy lejos
en busca de otros mares.

Y un instante cualquiera,
en la doliente lucidez
que dan la soledad y la distancia,
bajo un cielo extranjero o un techo consumido
alguien vivirá la trémula emoción de leer un poema
 que, sin saberlo,
                               a esa persona dediqué.

José Verón Gormaz




 La senda errada

¡Ay de las horas que hilan sus minutos
con ecos de una voz desesperada!
¡Ay de los días que urden en la nada
del silencio los transparentes lutos!

Los jinetes del tedio son astutos;
no sientes el tropel de su llegada,
ni entiendes que su furia sosegada
vaya hilando sus reinos diminutos.

Y arde la soledad sobre los días,
que hurtó a la vida el deplorable beso
de las ciegas cenizas del error.

Sólo quedan, desiertas y vacías,
islas muertas que esperan el regreso
del tiempo ardido en nombre del amor.

José Verón Gormaz













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