"Conviene, en primer lugar, examinar al enfermo: si ves que sus venas son abundantes, su pulso es acelerado, no tiene mucha fiebre, tiene el rostro enrojecido, a veces se asfixia y vomita, tiene diarrea, convulsiones y trastorno mental, es conveniente practicarle una sangría. Eso tiene que hacerse después de que el paciente tome algo que ayude a fortalecerle el corazón y mitigue el ímpetu de la sangre, como, por ejemplo, jarabe de manzana.
A continuación, después de practicarle la sangría, el paciente tiene que volver a tomar lo mismo, y ciertamente eso le aliviará y curará; y, si no, por lo menos le servirá de paliativo hasta que muera, y le aliviará de la descomposición de los humores y los residuos putrefactos.
Si está estreñido, lo estimularás dándole en ayunas o con el estómago vacío un cocimiento templado de ciruelas, azufaifas, tamarindo y azúcar.
Si el enfermo tiene sed, le colocarás en el agua que beba una bolsita de tela rellena con una mezcla de semilla de verdolaga, julepe y zaragatona con un chorrito de agua de rosas. Si el paciente tiene la boca y los labios secos, chupará ese envoltorio y succionará su contenido; y, si le gusta, puede tragárselo.
Si vomita, le darás de beber agua caliente a sorbos hasta que su estómago esté limpio. Si el vómito es bilioso y malo, especialmente si es de color verdoso, entonces se diluirá en agua caliente jarabe de ojimiel y se le dará de beber al enfermo una buena cantidad del preparado para facilitarle el vómito.
Cuando veas que el estómago del paciente se ha limpiado o que él ya ha vomitado hasta el límite, entonces tomará arrope de granada mezclado con jugo de hierbabuena con un poco de canela en polvo. Asimismo, se untará el estómago por fuera con arrope de membrillo y se le espolvoreará encima hojas de rosas en polvo y almáciga; o se le aplicará aceite de rosas directamente.
Si tiene diarrea, le darás un remedio compuesto de arrope de membrillo y jarabe de rosas. Después, le masajearás el vientre, el ombligo y las caderas con aceite de rosas, aceite de mirto o ambos conjuntamente.
Si hay desvanecimiento y sensación de debilidad en el corazón, entonces se le reanimará con jarabe de manzana mezclado con agua de rosas almizclada; después, se le rociará el rostro, el pecho y la boca del estómago con agua de rosas mezclada con sándalo hasta que el paciente recupere la fuerza; asimismo, se le incitará a que vuelva en sí hablándole, meneándole el cuerpo y trabando conversación con él. Cuando vuelva en sí, tomará un caldo cocinado con esencia de menta y vinagre de lima, y se le ayudará a recuperar la fuerza con los medicamentos y los alimentos apropiados.
Si hay convulsiones y frío en las extremidades del enfermo, se le darán masajes suaves por todo el cuerpo sin emplear ungüento, apretando sin interrupción con las palmas de las manos sus extremidades hasta que el calor se extienda por todo su cuerpo; asimismo, se le aplicará en la nariz un sahumerio a base de madera de aroma fresca y almáciga, se le provocará el estornudo con la ayuda de una plumilla que haya sido sumergida en vinagre y se le dará continuos y bruscos tirones de pelo hasta que vuelva en sí.
Si el paciente tiene dolor de cabeza, perturbación, trastorno mental y ardores en las venas, se le empapará la cabeza con aceite de rosas mezclado con vinagre agrio o vinagre de lima y se le colocará en la frente un vendaje preparado con aceite de rosas o de violetas, vinagre y estiércol de vaca seco; se tritura todo, se tamiza y se amasa hasta que la mezcla tenga la apariencia de la pasta de la alheña; con esta masa se impregna un jirón de tela y con ello se le venda al enfermo la frente y las sienes, aplicándole a continuación aceite de rosas una y otra vez para que el vendaje no se seque; y, si se seca, se sustituye por otro igual. Asimismo, se obligará al enfermo a oler agua de rosas mezclada con vinagre y se le enjugará la barbilla y las mejillas con este combinado, lavándole a continuación los pies con agua y vinagre, ambas cosas templadas.
En resumen, hay que enfrentarse a cada uno de los síntomas y oponerse a sus causas con el correspondiente tratamiento apropiado, siendo la preocupación más importante la de reanimar el corazón y mantener su fuerza."
Ibn Jātima
"La causa inmediata (de la peste) es la alteración del aire que rodea a los hombres y que estos respiran, es decir, el aire se troca putrefacto y corrompido."
Ibn Jātima
La lima a mi derecha
y el arrayán enfrente
la parra trepó
a abrazar la granada.
Ibn Jātima
Traducción de Soledad Gibert
"[…] La terrible peste se desató contra la humanidad, tanto en Oriente como en Occidente, asolando los países y llevándose parte de nuestra generación. Su oleada destruyó numerosos logros de la civilización. Sorprendió a las dinastías ya en su ocaso, y las debilitó, abreviando su término y acercándolas a su final y desaparición. Con la pérdida demográfica decreció el nivel de la civilización. Pueblos y casas se vaciaron, las ciudades se despoblaron, dinastías y tribus se debilitaron. La faz del mundo habitado cambió."
Abu Yafar Ahmad bin Ali bin Muhammad bin Jatima al-Ansari, también llamado Ahmad ibn Jatima o simplemente Ibn Jatima, Abén Jatima o Abenjátima
Seis actuaciones que deben llevarse a cabo para preservase del contagio de la peste:
La primera actuación, que las casas se orienten al norte, para que el aire fresco se lleve los vapores putrefactos; que las casas se perfumen con aromas fríos como el mirto y el sauce, y se rocíen con agua de rosas mezclada con vinagre. También se aconseja oler toronja, limón y violetas; y fumigar con sándalo después de haber refrescado con agua de rosas. Hay que evitar todos los alimentos que producen calor, también hay que evitar el sol y los fuegos.
La segunda actuación es permanecer quieto en la medida de lo posible o moverse de manera moderada para que no se produzca un exceso de respiración y aparezca la fatiga y el cansancio.
La tercera actuación está relacionada con los alimentos: han de tomarse panes bien fermentados, especialmente de cebada. Las carnes más recomendadas son las de animales jóvenes (gallina, perdiz, cordero, cabrito y ternero), bien limpias y cocidas con vinagre de limón, calabaza, lechuga, nabos y legumbres, siempre que todo ello haya hervido en agua caliente y se haya condimentado con vinagre. Las frutas más recomendadas son: las peras, las granadas, las ciruelas y las uvas blancas. Hay que evitar las comidas pesadas e ingerir poca cantidad de alimento.
La cuarta actuación tiene que ver con el sueño y la vigilia: se aconseja dormir de noche sin excederse en el tiempo de descanso porque eso corrompe los humores y es malo para el espíritu. Tampoco quedarse corto. No pasa nada si se duerme durante el día en verano. Procúrese estar en verano en habitaciones orientadas al norte, para que refresquen los vientos y en invierno, hacerlo en lugares recogidos y al abrigo.
La quinta actuación está relacionada con el excreto y la retención. Es muy conveniente laxar el vientre con facilidad y asiduidad. Si esto no fuera posible, se ayudaría con la ingesta de guisos de peras, uvas, flores de violeta, tamarindo y otras frutas. Igualmente, orinar con regularidad. También se recomienda limpiar el estómago tomando jarabe de ojimiel con agua caliente o rosas confitas con miel y agua caliente. Se aconseja aplicar ventosas para aligerar la sangre, practicando sangrías. En cuanto al coito, debe practicarse según la costumbre, de acuerdo con la edad y la fuerza, lo que la naturaleza invite y el espíritu permita. Por lo que respecta al baño, ha de hacerse en un lugar cubierto y protegido, de atmósfera templada, con agua dulce tibia y de forma relajada. Cuando acabe, se vestirán ropas limpias y suaves de lino que hayan sido perfumadas con agua de rosas mezclada con vinagre.
La sexta tiene que ver con los aspectos anímicos y espirituales. Buscar la alegría, el regocijo, la diversión, el gozo y la esperanza. Evítese todo lo relacionado con el miedo, el temor, la inquietud y el enfado.
Ibn Jātima
"Sobre lo que no hay secreto ni ocultación es que la peste se contagia, se propaga y es infecciosa, y en eso consiste su daño. Todo aquel que tiene trato con un enfermo y prolonga su trato, penetra en él la nocividad del paciente y le afecta su misma enfermedad. Los vapores putrefactos de los enfermos, al salir de sus alientos al respirar, llegan al corazón y a los pulmones del que está cerca de él. Igualmente ocurre con sus ropas y las camas en las que pasan la enfermedad. La ciencia y la experiencia testimonian todo eso.
Las ciudades cuyos habitantes cuidaron celosamente de que nadie procedente de territorios infectados por la peste entrara allí, disfrutaron de la buena salud durante más tiempo, aunque finalmente hasta ellos terminaron vencidos por la enfermedad. Y que la mayoría de la gente de las ciudades vecinas de Almería afectadas por esta calamidad fechaban, en efecto, el momento del comienzo de su enfermedad con la llegada de fulano o fulana procedentes de las ciudades de la peste, trayendo consigo la muerte."
Ibn Jātima
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