Kadhim Jihad Hassan

 El camino hacia el poema; algunas reflexiones
 
1

Ahondar en la vida de las palabras. Una vida de palabras. La prefieres al tres cuartos de esta humanidad que has visto arrastrada en sus insolentes y vigorosas paradojas. Estás corriendo, en el mismo metro cuadrado. Te empuja la voluntad póstuma hacia tu nuevo ser. El presente es un puente, un puente dislocado. Lo cruzas sin saber si aguantará hasta que termines de cruzar o si se desmoronará a medio camino. Y si se hunde, habría que nadar en el corazón del barro con una nariz semejante al silbido del viento, llegar a un aire más puro, encontrar en tu espera algunos ángeles. Sin textos ni revelaciones, rápidamente oficiáis la misa y os bautizáis cada uno como profeta: de este modo se invalidan las profecías, y se convierte lo que permite la lengua en diálogos proféticos. En lo múltiple. En lo total. En lo absoluto, lo absoluto, el gran absoluto.

2

¿Cuál es tu obsesión más querida? ¿Qué experiencia tuya persistió dentro de tu alma a pesar de todos los medicamentos del olvido? ¿Cuál es el impacto al que debes tu autenticidad? ¿Cuál es tu dolor, tu enigma, tu distancia? Estas son las cuestiones que se debe plantear al ser. Si tartamudea o si se queda perplejo, si lo escuchas y si afecta un estilo oratorio y te empieza a hablar de un pasado que no tiene ni siquiera un grano de poesía, entonces se lo dirás: «Te he visto, y nunca más te veré.»
3
El hombre es un árbol. Se planta. Pero como él, también es un movimiento. Su árbol es igual que el árbol del mongol, del que Perse habló, que transmigra llevando un trozo del espacio que ocupa. Transmigran todos llevando todas sus pruebas. Lo que se ubica más allá del alcance de tu espera es lo que te alimenta.

4

La lengua es un cordón umbilical. ¿A qué matriz se refiere? En el anonimato arriesgamos. Lo que perdemos cuando se vuelca la palabra es un pedazo del corazón renovado y colectivo. Existe, detrás de cada expresión no contada, un ser que llama y pide su parte de la cena que nunca será la última; mientras, el poema no acepta entre sus manos ningún Iscariote. El beso que mata no es frecuente en el poema. Aquí cada toque es una vida, la ansiedad misma es un llamamiento a la vida. Así pues, qué perdido está quien piensa que asombrar forma parte de la naturaleza del poeta. O que la vacuidad del poema podría encontrar su contenido fuera de él. Algunos dirigen proyectos, otros difaman. Este se relame con las palabras y aquel difunde su mercancía. Todos son huérfanos de poesía y el más huérfano aún, quien no descubre antes de que sea tarde su futilidad.

5

La palabra que persiste, el espacio que brilla. Los rostros que se cree olvidados y que inesperadamente aparecen otra vez, en un sueño o en una vigía. Tú estás aquí, en este hotel prácticamente desconocido en un suburbio de Caracas. Te acuestas con una muchacha inglesa que raptaste de un grupo de intérpretes. La muchacha lucha para llegar a la cumbre y no llega. Te grita: . Y, por casualidad, la coges de un punto de su vértebra. Con solo este gesto has destruido barreras en su interior, como si hubieras empuñado el secreto de una galaxia anónima por la parte de sus ocupantes. ¿Quién concede a cada uno el gesto azaroso o lleno del ingenio de los tiempos, un gesto que elimina, en una mañana, en un hotel, en un suburbio en el mundo, las barreras de su ser? ¿Y por qué en este punto determinado se acumula el secreto? ¿Una madre selló con un beso el pacto de los orígenes? ¿Llegó un padre por la noche procedente del remolino de su insomnio y echó aquí una caricia y, después de un suspiro de la pequeña, encontró el camino hacia el sueño? ¿Alguien arrojó aquí una porción de violencia que hizo que toda la esencia se juntara en este punto del cuerpo, que se convirtió en el más transparente porque es el más sufrido?

6

Los perfumes, las caricias, las voces y todo lo que se ve: aquí está, Poeta, tu tesoro. Dirígete hacia él, revelando, preguntando el secreto, interrogándolo. Son soportes de una conciencia, escondites de una visión.

7

Nace el poeta en las masas del lodo original, en la ausencia, en el discurso complicado. El poeta sonda la profundidad de su sueño, erosiona con el tiempo, muchas veces en contra. Los compañeros desean su muerte, pero él se solidariza con todos. El poeta da coces al bloque de la vacuidad espiritual, se hunde en el fondo de dos generaciones. A veces, mientras lucha contra el vacío, vacío sobre vacío, se congela, sobre su frente, una lágrima luminosa que no es un fruto de un llanto flojo.

8

Gracias a los mensajes que manda el poeta al universo, a veces un planeta que escapa de su órbita cambia su decisión de quemar la Tierra.

Kadhim Jihad Hassan




El enigma

Quizás, el enigma nunca sea revelado, hagamos lo que hagamos para resolverlo. Quizás no hubiera ningún enigma. Tal vez hubiera sido mejor no revelar ningún recuerdo, tal vez hubiera sido mejor profundizar en la ignorancia, la ignorancia que sustancializa el corazón.

Los párpados de la rosa

Los párpados de la rosa parecen hacer guiños en la dirección

de un vestíbulo. Piensa el muchacho viejo que, si lo sigue, recuperará

el bienestar de sus sueños y el ardor de su juventud,

y toda su esperanza desesperada.

¿Qué es lo que hay al final del pasillo?

¿Qué engaño revela todos sus dientes?

¿Qué desconcierto, qué amor?

Kadhim Jihad Hassan




Iraquíes 

Tropezando con trampas de la oscuridad,

estábamos así, girando, por largo tiempo,

alrededor del mundo,

cerca de su margen, ceñida de actos.

Nuestra idea del pecado

era incompleta e imprecisa,

no requería explicaciones.

Cuando uno de nosotros da un paso,

se asegura bien de que no pisotea

el sueño de su vecino.

En nuestra cotidiana algarabía,

la comprensión no era necesaria,

debía formar, a cualquier precio,

ese silbido oleado,

con el que uno se acuerda de su existencia.

De repente, nos golpeamos contra la tierra;

eso fue como la caída en la permanencia,

un chapuzón en el tiempo,

una somnolencia sin fin.

Durante largo tiempo, guardaremos ese silbido elevado,

y tomaremos el tiempo blando con cucharas parpadeadas.

Durante largo tiempo, guardaremos

el asombro de los transeúntes

cuando recuperamos el aire

con pinzas,

haciendo cosas raras que eran, simplemente,

nuestras maneras de no ser.

Kadhim Jihad Hassan




Ramos de flores

De repente, se hizo viejo, y no estaba preparado para eso; de repente, encontró su vida contada por décadas de años. Años acudidos como furgones dislocados de un tren apurado en el desierto, independientemente de las instrucciones del conductor; hubiera querido ser él aquel conductor libre de cualquier atención. Soñó con un inmenso desierto, lo cruzaba como un sonámbulo, fascinado por las imágenes de la arena, la inmensidad desnuda y el fulgor de los espejismos acariciando su imaginación herida y su perpleja lozanía.

Pensó en sentarse en intersecciones contando los transeúntes, en ramos de flores que regalar a músicos ciegos que se mezclaban con sus instrumentos, pensó que él era el músico ciego guiado por sus hijos a un oasis de sensaciones que pasó toda sus vida en busca de él, pensó en un truco que le permitiera romper las barreras y los números, y que su vida le pareciera como una frase musical que se eleva y continúa sin principio ni fin.

Kadhim Jihad Hassan




Recuerdo

El recuerdo habita en el corazón treinta años,
y a continuación se abre en la sangre
una rosa obvia.
Los recuerdos se generan de eventos quizás
no vividos,
se generan de casos vagos, y cada vez, anda hacia
un pasado de tiempo inmemorial, ese cuerpo se examina en él,
convive con ellos, como hacemos en presencia de un ser extraño
a quien, por educación, respetamos en exceso. 
Con la perseverancia de un sastre ciego
teje el corazón de su melancolía
una bola grande
se dispersa en todas las direcciones,
y se recoge alrededor de un eje invisible. 
Como un ave de hierro
el hastío se cierne alrededor de la piel de este poema. 

Kadhim Jihad Hassan


























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