"Debo confesar que siempre he sentido, hasta fechas relativamente recientes, cierta distancia, por no decir recelo, con respecto al psicoanálisis. Esto puedo explicarlo por razones bastante banales, como por ejemplo por el hecho de que nos hemos encontrado recientemente con una rapidísima y mala vulgarización del vocabulario del psicoanálisis, frente a la cual no podemos dejar de sentir, a menudo, cierta irritación.
Pero también debe haber otra razón, más profunda. En cuanto historiador, me pregunto en que medida podemos proyectar en el pasado, a fin de esclarecerlo mejor, unas categorías, científicas o no, definidas por Freud y sus sucesores, y que son fruto de la observación de la sociedad occidental de fines del siglo XIX y principios del principio del XX.
Para que se perciban mejor mis dudas, quisiera formular una pregunta más concreta históricamente. Las sociedades pre-industriales, pongamos hasta la mitad del siglo XVIII, son sociedades « duras », en las que no se era cariñoso hacia los demás y en la que no se tenía la sensibilidad a flor de piel. El ambiente social era muy duro, en el que se sufría y se moría pronto.
Se puede decir sin riesgo de ideologizar la cuestión, que había una desigualdad real ante la muerte. Un tipo de sociedad al que no debemos considerar con nostalgia alguna. Más aún, el niño, que nos interesa a ambos, el niño era el peor amado de esta sociedad; moría aún más fácilmente y más deprisa que los adultos.
Más aún, se le ayudaba a menudo a morir, siendo el infanticidio tolerado más o menos conscientemente. En algunas regiones, a finales de la Edad Media, no se estaba muy alejado de vender a las niñas como se vendían los esclavos. Resumiendo, ¡era una sociedad que nunca había querido a los niños!
Y esto es precisamente lo que me plantea un problema al considerar la sociedad actual, por ejemplo, a través de sus libros (El caso Dominique) o los libros de otros psicoanalistas. A saber, que me encuentro en la literatura psicoanalítica un trayecto bien pautado que hacen recorrer a cada niño, con etapas – fase oral, fase anal, etc. Un lector un poco ingenuo, como yo, tiene la sensación y a veces la convicción de que un niño, para alcanzar la edad adulta en un buen estado psicológico y teniendo que atravesar alegremente todas estas etapas y todos estos ciclos, pues bien, ¡que no es tan fácil de alcanzar!
Incluso podemos decir que tiene bastantes posibilidades de no alcanzarlo jamás, y me parece por otra parte que es lo que ocurre lo más a menudo. Y todo esto crea, si usted quiere, nuestra dificultad, el drama de la situación contemporánea: dicho de otro modo, el hecho de que la socialización de un niño, su paso a la edad adulta, es problemático a perpetuidad."
Philippe Ariès
“Hoy es la dignidad de la muerte lo que plantea problemas. Esa dignidad exige ante todo que sea reconocida, no ya sólo como un estado real sino como un acontecimiento esencial, que no está permitido escamotear.”
Philippe Ariès
“La actitud antigua en que la muerte está a la vez próxima, familiar, y disminuida, insensibilizada”; luego atraviesa “la muerte propia”, donde el hombre ya no se funde en la comunidad que rodeaba a la muerte domada sino que está solo ante la muerte, ante Dios y ante su vida: “Este individualismo ante este mundo y el más allá parece apartar al hombre de la resignación confiante o fatigada de las edades inmemoriales.”
Philippe Ariès
"Se ha perdido el arte de morir."
Philippe Ariès
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