"La primera vez que trabajé con roedores era estudiante universitaria y llevaba a cabo un proyecto de investigación en neurociencia en la Universidad de Alabama del Sur. Para obtener una histología cerebral clara teníamos que rociar los animales con solución salina. Esto significa que a la rata, un animal blanco, grande, se le inyectaba algún tipo de anestésico, y la veíamos dar vueltas corriendo por un tubo de plástico hasta que enloquecía y se volvía torpe y finalmente se quedaba quieta. Entonces la colocábamos en una tabla y clavábamos alfileres en sus patas, al modo de una crucifixión. Atábamos una cuerda en sus dientes delanteros para retener su cabeza. Con unas finas tijeras relucientes cortábamos la piel del animal a través de su caja torácica. Dentro de la caja torácica estaba, todavía latiendo, su corazón rojo-oscuro. La sangre empieza a coagularse en el cerebro en cuanto un animal se muere. Para obtener rodajas limpias de cerebro, teníamos que apartar la sangre mientras el animal todavía estaba vivo […]. Para rociar un animal con solución salina, hay que introducir una aguja en el ventrículo izquierdo del corazón todavía latiente, y cortar la aurícula derecha del corazón con unas tijeras. Después introduces la solución […]. Inmediatamente, el hígado se pone blanco y las patas, la nariz y la cola palidecen. El animal se ha quedado totalmente sin sangre. El cerebro carecerá de sangre contaminante."
Alison Christy
Tomada del libro La ciencia y las prácticas espirituales de Rupert Sheldrake, página 133
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