"Contra los falsos astrólogos escribieron los SS. Doctores de la Iglesia, Agustín, Gregorio y Basilio y son las palabras del catálogo y edicto de la Inquisición que reprueban y condenan lo que es imposible saber, ni saber otro que Dios, aunque sea el ángel o el demonio; pero no reprueba la verdad de la Astrología que ni contradijo el Conde de la Mirandola con quien alegan todos que más no saben, ni contradijeron a San Agustín, Santo Tomás y los demás santos teólogos y católicos que no quitan la influencia, que no pudieron, según la buena información que tuvieron de todas las ciencias divinas y naturales.
Dice San Agustín [De doctrina cristiana, 2.] que el buen teólogo para ser buen juez de las disciplinas ha de ser versado y entendido en todas ellas. Conforme a esto dijo el Filósofo (Aristóteles), que el docto en sola una facultad, de sola ella puede ser juez, y el que lo fuere en todas, de cada una en particular podrá ser juez o medianero de la verdad. Pero no podrán ser los teólogos, que con sola la poca Lógica, Filosofía y Teología que aprendieron en las escuelas, y en sus rincones lo quieren ser, reprobando lo que no saben por parecer más piadosos; sin advertir que ni Dios ni su Iglesia tienen necesidad de ser amparados con mentiras [Job, 13,6-7]. El teólogo que fuere tal como San Agustín y los buenos y grandes que ha tenido la Iglesia, no condenará lo que no sabe.
Sabrá de la filosofía lo que dice Platón [Timeo]: que todos los cuerpos de los animales son engendrados en tiempo, en movimiento, concurso, horóscopo y configuración de estrellas; según esto reciben el poder y virtud de la sangre y de los sentidos y sus obras meramente naturales. Las estrellas causan la abundancia y carestía, la paz, la guerra, la salud y dolencias, dando señales de todo lo que en esto se puede esperar y temer. Y por bárbaros y sin seso y cordura tuvo a cuantos reprobasen esta física y a cuantos se entremeten a juzgar de lo que no saben...
Y al fin quien quitase la virtud del cielo contradiría a la que Dios le dio y a la verdad de su escritura que se la da; y como dice Averroes [Metafísica]: quitale la virtud y habrasele quitado el ser que tiene...
Sabrá el buen teólogo de la lección de la escritura, que son el Sol, la Luna y las estrellas las significaciones, los signos y señales de los tiempos y de sus movimientos y de quien depende toda cuanta filosofía o astrología se sabe y se ignora.
Sabrá de la lección de San Agustín, Gerónimo, Gregorio, Ambrosio, Tomás de Aquino, Basilio, Crisóstomo y otros muchos, que no quitaron la influencia como la quitan algunos que saben menos que ellos, y que teniendo virtud el cielo sobre los cuerpos de los hombres, sobre su sangre y sentido, inclinaciones, ingenios y ejercicios, tendrán, con San Agustín [Contra maniqueos, 21], algunos movimientos de nuestro ánimo dependencia del movimiento celeste, y muchas veces ni ellos ni las costumbres tienen que ver con él, por ser enseñados de la doctrina virtuosa habituada y acostumbrada a resistir al incentivo que en la ruin sangre puede inclinar a pecar. La buena influencia de Saturno y Marte en sujetos depravados podrán inclinar a hurtar, a mentir y a otros vicios, así como la miel que es dulce causa amargura en el enfermo, y ofensa la influencia del Sol en el ojo del legañoso.
Sabrá que ni los concilios ni el edicto de la santa Inquisición tuvieron intención de quitar la influencia de su ciencia, que es la Astrología, sino que solamente pretenden declarar al pueblo lo que saben los doctos, para darle doctrina, con lo que ni crea más de lo que debe ni tenga por profecías los juicios astronómicos, ni por sabedores de las obras libres, del libre albedrío, a los astrólogos, ni menos de los casos fortuitos que propiamente lo son ....
Sabrá que no han tenido intención de vedar ni reprobar que no puedan saber las mudanzas del aire y sus pasiones y alteraciones y todas las que se causan en la sangre y carne, sentidos e inclinaciones de los hombres y en todas las demás cosas sujetas a la armonía del mundo sensible. Y así sabrá que cuando el astrólogo hace juicio de lo pasado o de lo venidero, que de solas las inclinaciones naturales del efecto puede ser juez, con la excepción de la contingencia, porque se puede atravesar una causa más poderosa que la natural y quedar burlado su fundamento; mayormente cuando juzga del hombre, el cual con el favor de Dios y con el de su ángel custodio y con la ayuda libre propia y de los demás hombres que con libertad le ayudan, puede todas las veces que quiera atropellar las pasiones causadas de la influencia y aniquilarlas como si no fueran; el mal es que no hacen lo que podrían y que es verdad que, como el número de los locos es sin número.
Así sin él podrán los astrólogos verificar sus pronósticos aunque sea sin saber todo el número de las estrellas, pues les vasta saber lo que saben los filósofos de los sujetos que
tratan; así como los médicos que con la ciencia universal de pocas hierbas podrían, si supiesen la medicina, serlo de muchas enfermedades."
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