"Después de las cuatro amputaciones, enviaron a su habitación a un psiquiatra y un psicólogo. Tuvieron el siguiente diálogo: —Hola, Davide. ¿Cómo estás? —le preguntaron. —Bien. Llevo dos días durmiendo mejor y me noto un poco más fuerte. —Me alegro. Oye, te voy a recetar un antidepresivo, un fármaco para ayudarte con el estado de ánimo. Te irá bien —le dijo el psiquiatra. —¿Un antidepresivo? Pero ¿por qué? No lo necesito. Gracias, doctor, pero yo de ánimo estoy muy bien. De hecho, estoy muy contento porque estoy vivo. —Pero tras una amputación es normal estar muy afectado. Y tú has tenido cuatro. Tómalo, Davide —insistió el psiquiatra. —De verdad que no, doctor. Cada amputación ha sido un movimiento para salvarme. Y doy gracias de que haya podido ser así. Estoy muy bien. De verdad.
RAFAEL: ¿De dónde sacaste la fuerza mental tras las amputaciones?
DAVIDE: Del amor por la vida. Es verdad que me estaba sucediendo algo que no me gustaba, pero, si lograba sobrevivir, me esperaba algo maravilloso, que es la vida, con todos sus proyectos y posibilidades.
R.: Dejaste sorprendidos a los psiquiatras y psicólogos del hospital.
D.: Sí, ja, ja. Creo que flipaban conmigo. Insistían: «Te puedes desahogar, Davide; no te guardes el malestar». Y yo contestaba: «Estoy feliz y no estoy loco, doctor». A los tres días dejaron de venir diciendo que estaba teniendo una reacción antinatural.
R.: ¿Y llegaste realmente a sentirte feliz?
D.: Sí, de verdad. Porque me decía: «Menos mal que estoy vivo, que no he acabado vegetal». Y es que el ser humano, básicamente, tiene que dar las gracias por estar vivo, por poder disfrutar del aire, de moverse, de poder sonreír y amar.
R.: Y saliste del hospital a comerte el mundo.
D.: Claro. La vida siempre nos pone problemillas que resolver. Más bien hay que llamarlos «retos». Pero menos mal que lo hace porque, si no, no aprenderíamos nada y sería muy aburrido. Cada dificultad te obliga a adquirir valores que te harán más feliz porque te ayudarán a vivir con más intensidad y amor.
R.: Ahora tienes otro cuerpo. ¿Cómo lo llevas?
D.: Me encanta mi cuerpo. Todas mis cicatrices. Tengo muchísimas por todas partes. Son muescas de una vida vivida. ¿Quién dice qué es lo bello y qué es lo feo? ¡Por favor! ¿Cuándo vamos a ver más allá de lo superficial? Todo lo que existe puede convertirse en una joya preciosa a ojos de quien lo mira. Ahí está la riqueza de cada uno.
R.: ¿Qué nos dirías a las personas cuando estamos mal por cosas menores, como que nos ha dejado la novia?
D.: Bufff. ¡Que disfrutes, que estando soltero se puede aprovechar mucho! En fin: si estás vivo, tienes más o menos salud y puedes ponerte objetivos..., estás siempre en una situación privilegiada y maravillosa."
Davide Bartolo Morana
Tomada del libro No hagas montañas de granos de arena (y todo son granos de arena) de Rafael Santandreu, página 65
No hay comentarios:
Publicar un comentario