J. J. Benítez La cara oculta de México


 
Pero la arqueología oficial tampoco ha reconocido las huellas petrificadas de hombres y dinosaurios, descubiertas en las orillas del río Paluxy, en Texas (Estados Unidos). Las huellas humanas de Paluxy miden 58 centímetros de longitud (la de un ser humano normal ronda los 25 centímetros).
 
J. J. Benítez
La cara oculta de México, página 8
 
 
En resumen: hace 8.000 años, aproximadamente, seres no humanos descendieron en el centro de México y establecieron contacto con los pueblos allí asentados. Es probable que les enseñaran agricultura, domesticación de los animales, metalurgia, construcción de templos y conocimientos sobre el cosmos. Esta información pudo ser heredada de generación en generación. Esta presencia no humana sí explicaría los asombrosos conocimientos de algunas de estas etnias mexicanas. Por ejemplo: sobre el tiempo y el universo. ¿Cómo podían saber los aztecas que la Tierra tiene un movimiento de rotación? ¿Cómo es posible que aquellos pueblos supieran que nuestro planeta gira alrededor del Sol? ¿Por qué los aztecas estimaban que el año tiene una duración de 365,2420 días? Es decir, con una diferencia de 2/10.000 respecto a lo que hoy saben nuestros astrónomos. ¿Cómo llevaban a cabo estos cálculos? ¿Qué instrumentos utilizaban? ¿No será que las civilizaciones que descendieron hace 8.000 años fueron las encargadas de enseñarles? ¿Cómo explicar que los calendarios maya y azteca sean más precisos que el gregoriano? ¿Cómo podían saber que el número 13 —base de sus cálculos— equivale en la cábala a «unidad»? ¿Quién les enseñó que el año de Venus es de 584 días, 9 horas y 36 minutos? Y voy más allá. ¿Fueron estas civilizaciones no humanas las que enseñaron a los pueblos indígenas a sacrificar a los seres humanos «en beneficio del Sol»? ¿Cómo podían saber los tarascos, los olmecas, los totonacas, los mayas, los teotihuacanos, los zapotecas o los toltecas que el corazón es el órgano vital del cuerpo?
 
J. J. Benítez
La cara oculta de México, página 39
 
 
 
¿Se trataba de los míticos atlantes, huidos antes de la gran catástrofe?
 
Durante meses me dediqué a la reflexión y al estudio de las culturas que habían poblado el centro de México desde la más remota antigüedad. Y comprendí que «ellos» —las civilizaciones no humanas— habían seguido en estrecho contacto con los primitivos mexicanos. Ejemplos:
 
1. A principios del siglo XII (alrededor del año 1111), aunque la fecha es discutible, los aztecas inician una peregrinación de 3.000 kilómetros (posiblemente desde California o el sur del actual Estados Unidos). Delante de ellos vuela Huitzilopochtli, el dios «Colibrí Brujo» (porque tenía la capacidad de permanecer quieto en el aire). En ocasiones se presenta ante los indígenas como una «serpiente emplumada». Huitzilopochtli los guía, designa a los sacerdotes que deberán rendirle culto, diseña el templo en el que permanecerá y dice a los aztecas: «Buscad tierras y evitad la guerra... Mandad exploradores delante de vosotros, que planten maíz, calabazas y frijoles... Cuando esté madura la cosecha, trasladaos a esa tierra... Proseguid así hasta que encontréis tierra libre de dueño... Llevadme a mí, el Colibrí Brujo, al frente... Alimentadme de los corazones humanos arrancados a los guerreros que capturéis en la batalla y que me ofreceréis en sacrificio».
 
Algo similar sucedió 2.000 años antes, cuando Moisés fue requerido en el monte Sinaí por el supuesto Dios: Yavé.4
 
La peregrinación de los aztecas se prolongó casi dos siglos. En todo ese tiempo, el «Colibrí Brujo» fue su guía.
 
2. Diez años antes de la llegada de los españoles a México (1519), el pueblo mexicano observó una serie de sucesos que fueron tomados como «malos augurios». Sahagún y Camargo los relatan así:
 
Primer augurio: hacia 1509 miles de mexicanos vieron una enorme columna de luz, que producía gran claridad. La columna luminosa aparecía rodeada de chispas, «como si fuera lluvia». La columna estaba clavada en el suelo pero, conforme ascendía, se iba afinando... Con la fuerza del Sol, la columna desaparecía. El signo se prolongó durante un año... Durante ese tiempo, los indígenas se lamentaban golpeándose la boca con la palma de la mano y ofreciendo sacrificios humanos.
 
Segundo augurio: el incendio del templo del dios Huitzilopochtli. Nadie sabe cómo se inició. Cuando el pueblo se aproximaba con cántaros de agua y los volcaban sobre las llamas, estas crecían. Todo quedó destruido.
 
Tercer augurio: el templo del dios Xiuhtecutli recibió rayos que no iban acompañados de truenos. El templo resultó destruido. Los otros templos no sufrieron daños.
 
Cuarto augurio: en pleno día fueron vistos «cometas» que volaban de tres en tres y provistos de larguísimas colas... Desprendían chispas... Volaban de occidente a oriente... Mientras observaban el paso de las «cometas», el pueblo escuchó un gran clamor y poderosos aullidos
 
Quinto augurio: sin que soplara viento alguno, las aguas del lago principal de México se encresparon, azotando y derribando muchas de las casas de la ciudad. Murió mucha gente.
 
Sexto augurio: una voz de mujer fue escuchada a lo largo de muchas noches. Se lamentaba y gritaba: «¡Oh, hijos míos, nuestra pérdida es total y segura...!». En otras ocasiones decía: «¡Hijos míos...! ¿Adónde podría llevaros y ocultaros?».
 
Séptimo augurio: los pescadores del lago de México capturaron un ave, parecida a una grulla, con una especie de espejo en la cabeza. Fue llevada al palacio de Moctezuma II y este contempló en el espejo —asombrado— una serie de escuadrones que marchaban en perfecto orden. Era gente de guerra. El pájaro desapareció de repente.
 
Octavo augurio: mucha gente fue testigo de la presencia en la ciudad y en los campos de lo que llamaron «tlacantzolli», hombres con dos cabezas. Fueron llevados ante Montezuma II pero, al ingresar en el palacio, desaparecieron.
 
En otras palabras: «ellos» nunca se fueron...
 
J. J. Benítez
La cara oculta de México, página 50
 
 
CONCLUSIONES
 
Entre el cerro El Toro, Ojuelos (Jalisco), San Luis Potosí, Acámbaro, Puebla y el estado de Michoacán he sumado del orden de 60.000 piezas de barro cocido y piedras (lajas) con grabados imposibles.
 
La antigüedad máxima de algunas de esas piezas es de 8.000 años. Otras dataciones apuntan a que la arcilla y el pegamento utilizado oscilan entre 3.800 años de antigüedad y el siglo XVI.
 
Los altorrelieves y grabados de estas piezas presentan una escritura desconocida, con cierta semejanza con el bereber antiguo.
 
Resulta obvio que la mayor parte de los altorrelieves fue grabada por: «ellos» (mis «primos»: seres no humanos). No se han detectado señales de herramientas a la hora de grabar.
 
«Ellos» han visitado México en múltiples ocasiones, y a lo largo de su historia, proporcionando a los nativos enseñanzas sobre agricultura, metalurgia, construcción de pirámides, domesticación de animales e, incluso, cómo llevar a cabo sacrificios humanos.
 
Datación de la muestra obtenida de «La pareja»: 1.800 años de antigüedad (siglo III). (Ver informe de la Universidad Autónoma de Madrid, más adelante.)
 
«Ellos» anunciaron la llegada de los españoles.
 
«Ellos» se mezclaron con las nativas y, probablemente, mejoraron las razas humanas.
 
«Ellos» guiaron a los aztecas en 1111, durante casi dos siglos, desde el actual territorio norteamericano al centro de México.
 
«Ellos» descendieron en el siglo XX en el Valle de Santiago (Guanajuato) y entregaron a los humanos una fórmula para cultivar vegetales gigantes.
 
J. J. Benítez
La cara oculta de México, página 74

No hay comentarios: