Leila S. Chudori

"El nombre de Alam aparecía constantemente en nuestra conversación, y me intrigaba tanto saber más que cuando de repente apareció en la casa, de pie frente a nosotros empapado en sudor, fue solo entonces que me di cuenta de que estaba oscureciendo y casi era la hora del llamado a la oración de la tarde.
Parecía feliz de verme sentada en el sofá con su madre. “Dame un minuto, tengo que ducharme”, dijo. “Después puedo llevarte a casa”.
Asentí mientras él entraba al baño. Cuando miré hacia Tante Surti, ella tomó mis manos entre las suyas. “Gracias por venir y por traerme estos ramos de flores de jazmín”, dijo. “Esto es algo que siempre me ha ayudado a salir adelante: mis hijos, el aroma del jazmín y el pindang serani. Sé que esto suena melancólico, pero no veo nada malo en apoyarse en algo del pasado si eso es lo que te hace más fuerte”.
Le agradecí a Tante Surti por su disposición a hablar conmigo y le pedí disculpas por haberle pedido que me revelara los momentos tristes de su pasado. La abracé fuerte y largamente."

Leila S. Chudori
Pulang

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