Sarah Bernstein

"Fue el año en que la cerda mató a sus lechones. Fue una época veloz y amenazante. Una de las perras del lugar tuvo un embarazo psicológico. Las cosas desaparecían en un lugar y aparecían en otro. Era primavera cuando llegué al campo, soplaba un viento del este, un viento que resultó ser extraño. Empezaron a ocurrir cosas. Lo de los cerdos sucedió más tarde, pero no mucho después, y aunque yo acababa de llegar, y no estaba al cuidado del ganado, y solo me había asomado desde el otro lado de la verja eléctrica, sabía que ellos tenían razón al culparme. Pero todo eso, como he dicho, sucedió después.
Por dónde comenzar. Es cierto que solo puedo arrojar luz sobre mis actos, e incluso así es una luz débil e intermitente. Yo era la hija menor, la menor de muchos niños —más de los que quiero recordar— a los que cuidé desde mi más tierna infancia, antes, de hecho, de que yo misma tuviera el poder del habla y aunque mis habilidades motrices apenas estaban desarrolladas por entonces, ellos, mis muchos hermanos, fueron puestos a mi cargo. Atendí cada uno de sus deseos, suavicé sus más leves incomodidades con obediencia perfecta, con el más alto grado de devoción, de tal forma que con el tiempo sus deseos fueron los míos, así pude anticipar necesidades no articuladas aún, tal vez ni siquiera aún imaginadas, proporcionando a mis hermanos la mayor ayuda posible, colmándolos tan solo para que exigieran más, siempre más, exigencias a las que yo accedía con entusiasmo y prudencial prontitud, suministrándoles los complejos licores curativos recetados para ellos por varios médicos, sirviendo sus alimentos y refrigerios, sus cigarrillos y aperitivos, sus copas y vasos de leche en la mesita de noche. De nuestros padres nada diré, no todavía, no. Continué pasando los largos años desde la infancia cultivando la soledad, persiguiendo al silencio hasta su siempre inalcanzable horizonte, persecución que exigía un tipo de atención particular, un auto olvido por mi parte que me permitía dedicar la más meticulosa, la más cuidadosa consideración al otro, a tratarlo como al más preciado objeto de contemplación. En este proceso, yo me vería reducida, disminuida y en definitiva transparentada, incluso dejaría de existir. Yo sería buena. Sería todo lo que se me había pedido."

Sarah Bernstein
Manual para la obediencia




"La cuestión de la inocencia es compleja."

Sarah Bernstein


"Una de las muchas ineficiencias en mi forma de trabajar es que tiendo a abordar las cosas a través del sonido de un verso; es casi como captar una frase musical y luego intentar seguir la lógica de su sonido, en lugar de principalmente su sentido. La historia tiende a seguir a la voz, y no al revés. (Espero encontrar una mejor manera de trabajar en el futuro). Esta vez, llevaba unos años escribiendo piezas que acabaron formando la base de la voz del narrador y publicándolas como poemas o microficción antes de darme cuenta de que podrían estar conectadas. Una vez que me di cuenta de que sí lo estaban, y de que podrían formar parte de un proyecto más largo, dediqué un par de meses a leer extensamente y tomar notas (que es como suelo empezar). Una vez que tuve una idea básica de lo que podría ser la historia, el resto no me llevó mucho tiempo. Quizás unos meses más de trabajo constante."

Sarah Bernstein














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