Daiana Henderson

Al abrir los postigos
la luz revela la urdimbre
longeva de las arañas.

Dando vueltas a la casa
buscando señal
saludan celebridades desteñidas
en revistas de crucigramas
como guirnaldas de una fiesta
ocurriendo en el pasado.

Las naranjas recién arrancadas
retienen el sol de la tarde
atizado entre las ramas.

Eucaliptus centenarios
inútiles al comercio
invitan a un paseo
con aire mentolado.

Me dejo perder en el camino
como pierden los flamencos
su timidez rosa en el agua.

Daiana Henderson




Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama.
Dormía boca abajo con las dos
manos empuñadas en el hueco de mi cuello
los codos apretados contra los costados del cuerpo,
una posición, diríase, poco convencional o agraciada
y sin embargo
lo plácida que me sentía
aun habiendo despertado y escuchado
en medio de la noche el silencio más total.
Ni una hojita crujiendo, todo congelado
por el frío, ni un gato saltando el tapial
los perros ovillados postergaban sus ladridos teatrales
que en verano derrocharían para demostrar su punto:
su imprescindible función en el hogar.
Tampoco los graznidos de una bandada
organizada en forma de comilla angular, ni alarmas
bocinas o el rugido de un motor en guardia.
El espíritu de la noche me despertó
y me honró con una responsabilidad.
Tengo un canto, me dijo, vas
a por fin escucharlo, aclimatá tu oído
no lo has sentido todavía, sentí.
Y aunque sentí no escuché nada,
tampoco su voz dulce que decía
no te duermas,
no te duermas

Daiana Henderson




Magenta
mi color en el mundo
qué hermoso sos
felicito a tus moléculas.
Cuando te veo al pasar
algo se enciende adentro mío
un pequeño sobresalto, un cachondeo
y a la vez como de camaradería
ganas de guiñar el ojo
al encontrarte cubriendo
la estructura de un sillón en la vidriera
en una azalea africana o en ese
grafiti fresco sobre una casilla de gas
en el que si no fuese por vos
no hubiera reparado.
Manos audaces te liberan
de tu estado de gas compacto
e impregnan una esquina del mundo
con tu impronta sensual

Daiana Henderson





Me duelen mucho los huesos
desde ayer.
Me duele mucho el abdomen,
me vino hoy
por eso pensé que estaba loca.
Nunca pude llevar la cuenta así que
es todos los meses una sorpresa
casi siempre angustiosa pero a veces
ir a hacer pis y encontrar un pequeño tinte
en la tela doble de la bombacha
es un alivio.
Mari, vos me recomendaste una vez
que cuando vea todo negro
y sienta que el mundo se acaba piense
si no me está por venir. Y te quiero agradecer
porque me sirvió mucho, pero a veces
me olvido de acordarme de tu consejo
y entro en lo negro
en lo negro
y hasta me olvido de la luz.
Yo adapté tu recomendación para dársela
a algunas amigas que la necesitaban
a las que vi
un poco perdidas.
Les dije que cuando empiecen a pensar
la posibilidad de que están locas…
en fin, seguro que es eso.
Te escribo a vos porque parece que en la literatura
hay ciertas cosas de las que no se puede
escribir sin que parezca que estás “tematizando”.
Estoy segura de que si todos menstruaran
sería uno de los grandes motivos
de la literatura y habría hermosos y terribles
poemas alrededor de ella, como de
la luna o la muerte o el amor
porque como vos bien sabés
es una experiencia muy solitaria
emocional, psíquica, incluso espiritual o demoníaca
y al menos en mi caso
no se manifiesta todos los meses de la misma forma,
a veces casi ni me entero pero otras
estoy así, como en este momento en que siento
que no soy un humano y que perdí
el sentido de orientación. Mi cuerpo se olvida
de sentir que tiene familia, que tiene amigxs, pasado
cosas que me gustan, leer, escribir.
Soy un cuerpo sintiendo cada parte de sí mismo
sola con mi dolor y mis huesos
un cuerpo en cortocircuito, en el que cada parte
se manifiesta a la vez más de lo que debería.
Creo que si cierro los ojos
desaparezco.
No sé dónde estás pero te quiero
te quiero.
Todas esas veces que estuvimos
bajo el mismo techo sin hablarnos.
Vos sabés, no? Estábamos juntas.

Daiana Henderson



Pausa el día
la hamaca paraguaya

Un tractor maniobra su rudeza
en el borde estrecho del arroyo

El acordeón estira una vocal en la radio
risas de obreros llegan de lejos

Volutas de bichos trepan
en un enigma concéntrico

El tacto del sol
apenas doloroso

Mi cuerpo en el vaivén

riesgo

confianza

riesgo

confianza

Daiana Henderson










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